Recortes de Prensa Miércoles 3 Julio 2024


Rusia veta el acceso a las playas de Novorosíisk tras un ataque ucraniano con drones marinos

Henar Andrés. Madrid. el mundo. 3 Julio 2024


El Ministerio de Defensa ruso ha asegurado que sus sistemas antiaéreos han destruido 10 drones ucranianos en su territorio y dos drones marinos que se dirigían hacia el puerto de Novorosíisk, el más grande de Rusia en el Mar Negro.


Aunque las autoridades no han informado de los daños en el puerto, el alcalde de la ciudad ha pedido a la población que se abstenga de "visitar las áreas de playa, malecones y áreas recreativas a lo largo de la orilla" mientras las autoridades inspeccionan la bahía.


Además, las defensas rusas interceptaron cinco drones sobre la región de Bélgorod, cuatro sobre la región de Bryansk y uno sobre la región de Moscú.


8:35

Sobrevivir al nuevo gulag ruso: descargas, palizas y comida para perros

El nuevo gulag es, como el denunciado por Alexander Solzhenitsyn en 1973, una sucesión de lugares secretos y oscuros en la vasta geografía rusa donde su industria penal sigue aplicando los viejos manuales represivos soviéticos. Las pruebas de ese régimen tienen nombres y apellidos: los presos ucranianos que, cada pocos meses, son intercambiados por prisioneros rusos en un punto no revelado entre el territorio de Ucrania y el controlado por Rusia.


8:20

Putin llega a Kazajistán para la cumbre de la OCS dominada por Rusia y China

El presidente de Rusia, Vladimir Putin, ha llegado a Kazajistán el miércoles para mantener conversaciones regionales sobre seguridad y defensa en el marco de la OCS, ha informado el Kremlin, así como una serie de reuniones bilaterales, incluidas con líderes chinos y turcos.


La Organización de Cooperación de Shanghái (OCS), un foro establecido por China y Rusia en 2001 como guardián de la seguridad en la región de Eurasia, se reúne para su cumbre del 3 al 4 de julio en la capital de Kazajistán, Astaná.


"Los líderes de los países miembros de la OCS discutirán el estado actual y las perspectivas para profundizar aún más la cooperación multifacética dentro de la organización y mejorar sus actividades", dijo el Kremlin en un comunicado en su sitio web.


7:45

Acceso limitado a las playas de Novorosíisk

El acceso a las playas en el puerto ruso del Mar Negro de Novorosíisk ha quedado restringido después del ataque ucraniano con dos drones marinos.


"Les rogamos que se abstengan de visitar las áreas de playa, malecones y áreas recreativas a lo largo de la orilla del agua durante las actividades operativas", ha asegurado el alcalde de la ciudad después de informar de que se estaban inspeccionando las aguas de la bahía.


Novorosíisk es el puerto más grande de Rusia en el Mar Negro. Es un punto clave de exportación y tránsito de petróleo crudo y productos petroleros en el sur de Rusia. También carga petróleo proveniente de Kazajistán y Azerbaiyán y maneja granos, carbón, fertilizantes minerales, madera, contenedores, alimentos y productos químicos, informa Reuters.


7:40

Rusia derriba 10 drones aéreos lanzados por Ucrania y dos drones marinos

Los sistemas de defensa rusos destruyeron 10 drones aéreos que Ucrania lanzó contra territorio ruso, así como dos drones marinos que se dirigían hacia el puerto del Mar Negro de Novorosíisk, según ha informado el Ministerio de Defensa de Rusia.


Cinco drones aéreos fueron destruidos sobre la región de Bélgorod, cuatro sobre la región de Bryansk y uno sobre la región de Moscú, apuntó el ministerio en la aplicación de mensajería Telegram.


Putin envía a cavar trincheras al frente a 10.000 inmigrantes a los que acababa de conceder la nacionalidad

Después de completar sus tropas con contratos de trabajo a extranjeros, ahora recurre a la movilización a cambio de los papeles de residencia

LUCÍA GUTIÉRREZ. la razon. 3 Julio 2024


Papeles a cambio de un pico y una pala. Este es el inesperado trato secreto que firmaron 10.000 extranjeros llegados a Rusia en busca de un futuro y que se encontraron, de la noche a la mañana, cavando trincheras en el frente de Ucrania. Esta es la sorprendente revelación que han hecho los servicios de inteligencia del Reino Unido, que llevan ya un tiempo siguiendo la pista al intento desesperado de Moscú por aumentar su ejército con tropa extranjera.


Hasta ahora, la campaña de reclutamiento se había hecho con suculentas ofertas de trabajo que, según los informantes británicos, han poblado el frente ruso de ciudadanos de distintos países africanos situados en la órbita de Moscú. Pero la guerra de desgaste sobre el terreno en la que se ha embarcado ahora Moscú incrementa las bajas y, con ello, las necesidades de renovar unas filas que no siempre encuentran recambio entre los voluntarios rusos.


El nuevo paso dado ahora por Moscú supone una novedad en esta política de personal militar y, de paso, pone de manifiesto que las necesidades son acuciantes. Según los expertos del Ministerio de Defensa británico, a finales de junio al menos 10.000 de los últimos 30.000 inmigrantes regularizados habían sido enviados al frente de Ucrania, donde estos días se libran fuertes combates, para -y esto es literal- "cavar trincheras". De momento no se dice nada de que estén en la primera línea del frente.


En el resumen periódico que los servicios de inteligencia publican en sus redes sociales se informa de que esta "solución imaginativa" se refuerza con una campaña de "acoso legal" contra estos ciudadanos extranjeros a los que muy poco antes se les había concedido la nacionalidad rusa.


El objetivo de esta medida es hacer compatibles dos objetivos aparentemente opuestos: aumentar el número de soldados que van al frente a defender los intereses de Rusia en la guerra de Ucrania y evitar tener que reclutarlos entre la población rusa, especialmente la de las grandes ciudades, que no quiere saber nada de la "operación especial" de Ucrania.


Tradicionalmente, Moscú ha recurrido a ciudadanos de repúblicas rusas pobres de etnia asiática para nutrir su ejército, así como de antiguas repúblicas soviéticas. En los últimos meses se ha extendido esta esfera de incfluencia a África, donde la influencia de Moscú es cada vez mayor.


Conde-Pumpido, la ‘llave maestra’ de Sánchez para abrir la puerta a la amnistía

OKDIARIO. 3 Julio 2024


Al final, el presidente del Tribunal Constitucional, Cándido Conde-Pumpido, será la ‘llave maestra’ que abra la puerta a la Ley de Amnistía que mantiene bloqueada el Tribunal Supremo con al auto judicial que impide a Carles Puigdemont y otros políticos procesados y condenados por el 1-O librarse del delito de malversación. A Pedro Sánchez le queda la baza del TC, cuya particular interpretación de los delitos de prevaricación y malversación cometidos por los condenados en el multimillonario fraude del socialismo andaluz en el caso de los ERE podría ser la antesala a otra corrección al Supremo en los próximos meses por parte del Constitucional.


El órgano que preside Conde-Pumpido se ha lanzado a corregir al Tribunal Supremo como si fuera un tribunal de casación, otorgándose un papel que no le corresponde: el de intérprete del delito de malversación. He aquí la clave, pues es obvio que el Constitucional lo hará del modo y manera que pretende el Gobierno y en contra de lo establecido por el Tribunal Supremo. Desde que Conde-Pumpido se hizo con las riendas del TC, el tribunal apenas ha impulsado resoluciones desde la Corte de Garantías que vayan en contra de los intereses del Ejecutivo del PSOE y Sumar.


De modo que todo es cuestión de tiempo, pues al final la última palabra la va a tener un Tribunal Constitucional en el que la mayoría afín a Pedro Sánchez hará valer las tesis del Gobierno. Cierto que el Tribunal Supremo puede tomarse su tiempo antes de resolver los previsibles recursos previos de los independentistas, pero más pronto que tarde el asunto de la malversación y la amnistía caerán en manos del TC. De momento, el Tribunal Constitucional ha convertido el caso de los ERE en el laboratorio de pruebas para que el delito de malversación se quede en nada. Y el empeño que está poniendo en ello es tal que no va a haber separatista catalán o socialista corrupto que no salga del TC más limpio que una patena.


TC y C4

Nota del Editor. 3 Julio 2024


El C-4 o 1​ divergente ‘Composition C-4’ es una variedad común de explosivo plástico de uso bélico. El C-4 era uno de los explosivos después del TNT con más fuerza de los conocidos hasta el momento en el que apareció Sánchez I El devastador.


Este explosivo, mezclado con el otro, el TC, da lugar al TC (TC negrita), explosivo letal para España (y para los pocos españoles que aún quedan(mos)).


Conde-Pumpido sitúa al Tribunal Constitucional al servicio del interés del PSOE

EDITORIAL. el mundo. 3 Julio 2024


La falta de imparcialidad de la mayoría progubernamental del Tribunal Constitucional (TC) hunde en el descrédito a un órgano que Cándido Conde-Pumpido parece no tener reparos en situar al servicio del Gobierno. El desmontaje de las condenas del caso ERE, el escándalo de las ayudas al desempleo que el PSOE repartió entre sus afines desde la Junta de Andalucía para mantenerse en el poder, supone una invasión en la legalidad ordinaria, terreno al que el TC tiene vedado entrar. Una vez más, el órgano que preside Conde-Pumpido, al enmendar la plana al Tribunal Supremo (TS), se erige en un tribunal de última instancia, lo que prefigura una eventual revocación del auto en el que el Alto Tribunal declara que la Ley de Amnistía no se puede aplicar en los delitos de malversación.


La sola sospecha de arbitrariedad ya desacredita al TC. El propio Conde-Pumpido, antes de la deliberación y sin ser ni siquiera el responsable de la ponencia sobre los ERE, no pudo contenerse en declaraciones a Vito Quiles -colaborador de Alvise Pérez e integrante de la lista de Se Acabó La Fiesta en las europeas- al arrogarse la paternidad sobre la anulación de estas sentencias. Le habría bastado con pedir respeto a la labor del TC, pero prefirió asumir una decisión final que blanquea la corrupción del PSOE. Es una posición de obediencia política que ahonda en la erosión de un órgano trufado de ex dirigentes vinculados al Gobierno socialista, incluido Juan Carlos Campo, ex ministro de Justicia, y Laura Díez, ex alto cargo en el Ministerio de la Presidencia.


Tras desactivar la condena a inhabilitación de la ex ministra Magdalena Álvarez, extremo que el propio Pedro Sánchez anunció en un mitin del PSOE previo a los comicios europeos, el bloque mayoritario del TC anuló ayer las penas de prisión por malversación dictadas por la Audiencia de Sevilla y respaldadas por el Supremo por el reparto clientelar de 680 millones de euros a lo largo de una década desde la Junta. Los magistrados, al igual que en el caso de Álvarez, argumentan que no es posible que los jueces controlen la legalidad de la actuación de unos políticos en la fase de elaboración de una norma, en este caso, la Ley de Presupuestos autonómica. La decisión del TC afectará a otros condenados por malversar fondos de la Junta, entre ellos el ex presidente José Antonio Griñán.


La macrocausa de los ERE se sustanció después de 13 años de instrucción dirigida por tres magistrados, que fue avalada sin excepción por las instancias judiciales que la revisaron. Ahora el PSOE pretende solapar este latrocinio para sostener que sus ex dirigentes fueron víctimas de una cacería. La verdad judicial choca con este relato. Lo que resulta inconcebible es que la mayoría del tribunal que encabeza Conde-Pumpido se preste a un servilismo incompatible con el prestigio jurídico del que se inviste.


No es la ultraderecha (y lo saben)

Enrique García-Máiquez. gaceta. 3 Julio 2024


La alarma antifascista es más falsa que una promesa de Sánchez, si cabe. Funcionan como ese pájaro de la Pampa que retratan los versos del Martin Fierro y cuya táctica le gustaba extrapolar a Ortega y Gasset: «Pero hacen como los teros/ para esconder sus niditos:/ en un lao pegan los gritos/ y en otro tienen los güevos». O, hablando de Sánchez, hacen lo de Pedrito: «¡Que viene el lobo, que viene el lobo!», para echar unas risas con el susto de la gente. Hasta que al final no funciona.


Lo de la ultraderecha les ha venido funcionando hasta ahora y es al revés: no les entra el miedo, sino que nos lo meten. Hay una serie de problemas planteados en las sociedades europeas que ya no se pueden negar y que crecen. Por supuesto, la inmigración masiva e ilegal; pero también la multiculturalidad a espuertas, la inseguridad creciente, la desindustrialización, el hundimiento demográfico, la inflación demagógica, el adoctrinamiento woke, la corrupción de las élites y la descomposición de la moral popular, etc.


Si el auge de «la ultraderecha» preocupase de verdad a los partidos clásicos y a los medios mainstream, el remedio sería sencillísimo. Bastaría con solucionar esos problemas que he enumerado. Ni siquiera todos, incluso. Ni completamente. Sobraría con hacer un poder en la dirección adecuada. La gente, en su mayoría, volvería a votar a los partidos con marchamo de respetabilidad a los que han votado siempre, al rebufo de la dichosa superioridad moral de la izquierda. Si votan contra corriente y arrostrando el desprecio de la «opinión publicada» es porque no se les ha dejado otra opción.


Naturalmente que los partidos clásicos podrían atender esas demandas, que son todas de sentido común, y que atendieron con sus políticas hasta no hace mucho. No quieren no sé por qué demonios. Tampoco quieren hacer de ninguna de las maneras algo tan de primero de básica de democracia elemental cómo es oír las demandas de la gente.


Ni atendernos ni escucharnos ni oírnos. Solamente quieren espantarnos con el lobo de Pedrito y los gritos de los teros pampeños. Por eso dicen lo de «la ultraderecha». No es, por tanto, que «la ultraderecha» les dé miedo. Si se lo diese de verdad, atajarían de inmediato los problemas que hacen que la gente vote más y más a los partidos de derecha alternativa. No la votan por «derecha», sino por «alternativa»: la que ofrecen cuando los demás sólo les dan más de lo mismo y desdén si protestan.


En definitiva, les da miedo solucionar los problemas de la gente —no me explico por qué— y quieren dar miedo a la gente hablando de la «ultraderecha», creándoles, de paso, otro problema, siquiera sea de conciencia. Pero la gente ya le tiene más miedo a sus propios problemas que a los juegos de manos y de espejos de la demagogia ajena. Encima, tanto Víktor Orbán como Giorgia Meloni están gobernando sin altercados ni pérdidas de derechos civiles ni de libertades públicas. El lobo de Pedrito ha venido y resulta que era un perro pastor. Eso es lo que está pasando. Es sencillo.


Le Pen es mucho más que Le Pen

MIQUEL GIMÉNEZ. gaceta. 3 Julio 2024


El triunfo de Marine Le Pen en Francia ha venido a sumarse al aldabonazo en las mentes euro burocráticas mundialistas que ya recibieron con Giorgia Meloni. Son dos líderesas políticas que rompen todo su teatrillo barato del empoderamiento de la mujer, el heteropatriarcado y lo refractario del pueblo a esa temida «extrema derecha». Ambas, mujeres de empuje, no han necesitado a ninguna Irene Montero o a un ministerio de igualdad para encabezar un movimiento político que empieza a tomar más que cuerpo y forma en esta Europa al borde del abismo. Es la revolución del retorno a la sensatez, a la defensa de lo que somos, de nuestra cultura, de nuestra manera de ser y de pensar, en suma, del sentido común que perdieron hace tiempo los dirigentes woke que nos han llevado a este infierno de disturbios constantes, delincuencia tolerada cuando no promovida desde los poderes públicos, corrupción, gasto público desmesurado y derroche en políticas sectarias y absurdas.


Le Pen ha asustado muchísimo a la nomenclatura globalista. Porque lo de Meloni ya no es un caso aislado, como nos dicen tantas veces cuando alguien de otro país comete un acto criminal. Le Pen se suma, con el peso que le da un gran país como Francia, a ese cambio del oleaje político en el viejo continente. Y todo obedece a una simple razón: la gente está harta de tener que aguantar a esos politicastros de vida muelle, sueldos enormes y discursos terribles diabólicamente envueltos en papelitos estampados con florecitas de colores. La gente lo que quiere es poder trabajar sin tener que hacerlo solo para poder pagar al estado, quiere ser dueña de sus vidas privadas sin que ningún censor gubernamental meta las narices en ellas. Y la gente entiende lo racional, es decir, que la ley sea igual para todos y que se cumpla. Y que el delincuente tema la mano de la policía y la de la Justicia. Que la propiedad que uno se ha ganado a base de sudor y años sea sagrada. Que no salga más caro defender tu casa ante un okupa que violar en manada a una pobre chiquilla. Que puedas pasear por su barrio con tranquilidad, sin miedo, que puedas ir a cenar y volver tarde a tu casa sin mirar el reloj, porque a partir de según qué horas la calle está prohibida para la gente decente. La gente quiere políticos honrados que no vengan a lucrarse, sino a servir a la nación. La gente, en suma, no quiere más experimentos ni más jaimitadas. Quiere que su país vuelva a ser lo que era y al que no le guste, que se vaya.


Ese retorno a lo normal, a la convivencia entre iguales, es lo que horroriza al wokismo burgués-pijoprogre. Ellos lo que desean es tenernos enfrentados a los unos con los otros por cuestiones de sexo, nacimiento, credo, clase, lo que sea. La igualdad que otorga el sentido de la patria común no les conviene en absoluto. Tampoco el de cultura occidental, que a tantos nos hermana. División y sumisión, esos son sus lemas. Justo lo contrario que Le Pen o que Meloni. Sí, tienen miedo.


La hora del populismo patriótico
Irene González. vozpopuli. 3 Julio 2024

Si hay una palabra de la que han abusado, a la que han manoseado hasta la extenuación desde el aparato político mediático ha sido «populismo». Hubo un tiempo que servía para criticar a tiranos iberoamericanos que regalaban cacerolas al pueblo para que comiese, mientras los mercados estaban vacíos por limitarles los precios debajo del coste. Los demócratas de saldo que nos dirigen llevaron a cabo una demonización masiva y apabullante con retórica superficial, exaltada y de trazo grueso contra el populismo de la extrema derecha para defender abiertamente que la democracia no es cosa del pueblo y el político que alce la voz para defenderlo del abuso de los dirigentes —aunque sea un poquito— es un peligro público para la democracia. No les falta razón, pues las palabras en la posmodernidad significan cualquier cosa menos lo que realmente son. Democracia como sistema en el que el poder reside en una clase dirigente que no sirve a los ciudadanos, son meros intermediarios extractivos de los recursos de un país para ponerlos al servicio de terceros y enriquecerse en el camino. Pero como todavía se vota cada cuatro años, ahí hay una esquinita por donde el pueblo asoma en este teatro de la democracia.


En Francia, el Frente Nacional (RN) está a unos días de conseguir una victoria histórica en la segunda vuelta de las elecciones legislativas a la Asamblea. Marine Le Pen lleva desde los 18 años en el partido de su padre y casi quince años siendo candidata a las elecciones presidenciales. Y es ahora, cuando Francia lleva sumida en la autodestrucción tantas décadas, cuando ya es tarde para Francia, empieza a ser más tolerada por quienes no aguantan más. Aún hoy en día siguen siendo estigmatizado y acosado por la radicalidad de la extrema izquierda y del centrismo liberal francés macronista.


Marine Le Pen llevó a cabo un proceso de desdemonización de su partido desde hace años. La extrema derecha francesa por la que salen a quemar las calles los demócratas es defensora de la inclusión del aborto como derecho constitucional. Se ha acercado a la comunidad musulmana de Francia para escenificar que su discurso contra la islamización se refiere a los radicales y los delincuentes, pero no a la gran comunidad de inmigrantes del país. Su condena de la inseguridad islámica en la Francia africanizada la ha hecho ganarse el apoyo de mujeres y homosexuales, ya contaba con el de los conservadores que sufren los ataques constantes. El pensador Eric Zemmour creó un partido a su derecha, Reconquista, que hablaba de forma menos tibia sobre la naturaleza del secesionismo islámico francés, lo que en términos de posición en el tablero político, la centró al aparecer alguien a quien podían llamar más radical y extrema derecha al cuadrado.


Marine Le Pen ha prometido cerrar mezquitas salafistas, expulsar a nacionalizados o inmigrantes reincidentes, acabar con el coladero de la reagrupación familiar y recortar las enormes ayudas que reciben. Asegurar la prioridad nacional del acceso a la vivienda social y al empleo. Un mayor proteccionismo a los productos franceses, reducir el IVA de las energías y no apoya el envío de tropas francesas a Ucrania que genere un conflicto mundial nuclear. Y finalmente como guinda del pastel, el partido dirigido por una mujer lo ha llenado de hombres franceses guapos. Los Bardella. La batalla de civilización que libramos en toda Europa también es por la belleza y hay que escenificar la guapocracia en tiempos de redes sociales frente al islamismo y los pelánganos de Melenchon.


Éste es el populismo de extrema derecha que es un peligro para la democracia y hay que pararlo incendiando las calles por parte de grupos organizados. «La calle protesta contra la victoria de Marine Le Pen», titulan los medios podridos del sistema. No, la calle, los franceses, el pueblo ha votado al Frente Nacional y son todos los enemigos de la nación (francesa en este caso), enemigos de la civilización occidental de la que quedan algunos restos más allá de nuestra conciencia los que amenazan con un conflicto civil incendiario en las calles y con una red de funcionarios politizados para no dejar gobernar a un partido que defiende casi lo mismo, pero dice algunas verdades. Quizá ese cambio en las políticas de inmigración sea el punto de apoyo de palanca para que el pueblo no sea súbdito y no perdamos la civilización. El «populismo» patriótico es lo único que puede salvarlo.


La destrucción absoluta y denigrante de Francia a manos de un megalómano como Emmanuel Macron abre paso a Marine Le Pen, que puede ser la dueña de Europa ahora que Alemania está siendo desindustrializada en un eje más franco que alemán. Si en España no llevásemos quince años de estancamiento y de retraso en la reacción, el coste de demonizar al populismo de la extrema derecha, con una opción política de Gobierno patriota soberanista, quizá no acabaríamos siendo provincia dependiente de Marruecos con una Francia fuerte asociada a ellos. España va tarde en esa ola de despertar nacional para no acabar siendo nada más que el patio trasero de borrachera e inmigración del resto de Europa y África.


Así mueren las democracias

GABRIEL ALBIAC. el debate. 3 Julio 2024

Es un bello hallazgo de T. S. Eliot en 1925: «Así es como acaba el mundo, / así es como acaba el mundo, /así es como acaba el mundo. / No en un estallido, sino en un sollozo…» Nada que importe a nuestras vidas sucede en el estruendo. El estruendo es tan sólo la grandilocuente pantalla que aleja la mirada del lugar en donde las cosas graves despliegan estrategias inaudibles. No en el ruido ni en la furia se juegan nuestras vidas. Ruido y furia son diversiones que camuflan, exuberantes, el estepario horizonte que acabó por envolvernos.


Releo «Los hombres huecos». Y me sorprendo atisbando hasta qué punto aquello de lo cual está tejido lo más delicado de nuestras vidas –y lo más precioso para cada uno– reaparece igual en los trances menos líricos, en los más ásperos del afán humano. Somos, no vale en esto engañarnos, esos curiosos mamíferos a los que el habla dota de la dudosa virtud de hacer metáfora con cualquier cosa: la más inefable, como la más horrible; el instante de luz que conmociona, como el flujo inagotable de estupidez al cual llamamos política.


«Así es como acaba…» Tras haber reducido a cenizas lo poco que quedaba de un centenario partido –que yo no estimo especialmente– llamado PSOE, Pedro Sánchez Pérez-Castejón y su banda de parientes y acólitos llevan muy avanzado ya un prolijo y bien medido proyecto de golpe de Estado. Silencioso. Sin grandes aspavientos, sin estruendo. Todo acorde con lo que describe el primero –y el más fino– de los teóricos del «Coup d’État» en el siglo XVII, Gabriel Naudé: «suceda todo en el silencio y la penumbra, como el rayo que fulmina antes de que pueda ser oído el trueno».


El golpe de Estado en Cataluña fue una insurrección arcaica. No sacaron los de Puigdemont y Junqueras tanques a la calle, porque no los tenían. Salvo por eso, toda la gran máquina escénica de masas callejeras y de leyenda hecatómbica fue puesta en juego. Muy al modo de aquellos pronunciamientos de espadones en la España del XIX. O, más aún, de aquellos hilarantes –sangrienta hilaridad– caudillos de florida bullanga caribeña, retratados por Carpentier, Asturias o Vargas Llosa. Fracasaron Puigdemont, Junqueras y demás sardanistas insurrectos. No podía suceder de otra manera. No se hace un golpe ya tan a lo bestia ni en el último bantustán centroafricano.


Le lección la aprendió Sánchez. Quien pone en marcha ahora un golpe de Estado de verdad, un golpe de Estado moderno. Sin un tanque. Sin un grito. Sin un machacamiento de escaparates ni de jeeps de policía. Tan sólo con el medido uso arbitrario de las instituciones para dar muerte al Estado que sobre ellas se sustenta. Parlamento y Tribunal Constitucional en primer lugar. Y la máquina de hacer decretos funcionando a toda prisa.


¿Hay algo que pueda parar el golpe? Sólo hay dos líneas de resistencia. Y eso lo sabe Sánchez como lo sabe cualquiera.


Una muy tenue es la que ofrece la última prensa todavía no adquirida por el gobierno y sus gerifaltes financieros. Para esos últimos supervivientes de la ya casi extinta libertad de expresión, está ya en ciernes la nueva ley de prensa, cuya eficacia haga morir de envidia a la tosca represión del último franquismo.


La otra línea a romper es mucho más compleja: la voladura de lo que, pese a una larga ofensiva, queda aún en pie del poder judicial autónomo. Con Koldo y Ábalos en el estribo del abismo por un atraco obsceno en tiempo de terror pandémico; con la esposa y el hermano de Sánchez Pérez-Castejón a la espera de rendir cuentas judiciales; con el golpista Puigdemont amenazando a todos si un juez intenta pedirle cuentas por el dinero robado para el golpe…, todo en España va a jugarse en esa última instancia de los tribunales. Si es que llega a jugarse. Si es que, antes, el gobierno no consigue destruir definitivamente cualquier amago de independencia de la justicia española. Va a intentarlo, nadie lo dude. No le queda otra alternativa.


No, tampoco a los golpes de Estado los anuncia un sonoro estallido. La muerte de las democracias se consuma en un susurro de papeles timbrados. Y aún mejor, si el estruendo veraniego lo hace aún menos audible. Así mueren, sí, las democracias. Suicidándose.


De togas y gobiernos

Miquel Giménez. vozpopuli. 3 Julio 2024


Anda Sánchez arremetiendo contra la justicia porque hay jueces que no le dan la razón con la manoseada ley de amnistía.


Como sea que tengo al presidente por hombre culto, con carrera e incluso – dicen – un Máster, le presupongo cierto conocimiento sobre aquel gran político romano que fue Cicerón. Aunque sea economista, el presidente debe conocer el texto De Legibus donde el bueno de Marco Tulio dice Lex ratio summa insita in natura, quae jubet ea, quae facienda sunt, prohibetque contraria. Lo que más o menos traducido, significa “La ley es la razón suma enclavada en la naturaleza que ordena lo que debe haberse y prohíbe lo contrario”.


Efectivamente, uno de los mayores logros de la civilización es la creación de un conjunto de normas comunes a todos que deben cumplirse, garantizando así la igualdad de las personas. Sánchez, a quién el concepto de la ley y la independencia con que debe administrarse asegura, y con él los suyos, que el legislador está por encima de todo y que cualquier estupenda barbaridad que salga de un parlamento o un gobierno debe prevalecer sobre las leyes. Concepto muy caro a dictadorzuelos, marrulleros y gentes a los que lo único que les importa son sus trapacerías a despecho del mal social que puedan ocasionar.


Dispensen otra cita clásica, pero Ovidio advertía que las leyes estaban para que el poderoso no pudiese hacer lo que le viniera en gana. De eso va el contencioso del gobierno con las togas. El presidente ha olvidado aquella frase a la que se ha recurrido tantas veces en política acerca de que las sentencias se acatan, aunque se esté en desacuerdo. Y embiste con furia contra los magistrados que dicen que no, que la ley de amnistía no vale, que hay muchas cosas discutibles, que no se puede aplicar a la brava porque existe algo que se llama ordenamiento constitucional, lo que como ustedes comprenderán al sanchismo se la trae al pairo puesto que no hay más ley que la suya. Su sentido de la cosa jurídica recuerda al conocido juez Roy Bean, la ley al oeste del Pecos: Biblia y soga. Bueno, Biblia no, que para eso son wokistas.


Se comprende el afán colonizador del ejecutivo con respecto al CGPJ como en su día lo tuvo con el Constitucional. Le salen ronchas cuando un magistrado les afea su conducta con la Constitución en la mano. Porque siendo de mentalidad totalitaria no pueden aceptar que nadie esté por encima de su voluntad, deviniendo así en profundos antidemócratas que creen ocupar un escalón superior al del resto de sus compatriotas. Esto tiene un nombre: totalitarismo. Stalin o Hitler jamás creyeron que debieran someterse a ley alguna o que un juez pudiera decirles lo que era legal. Lo mismo que Pol Pot o Mao. Igual que Pinochet o Videla, o Castro, o Maduro, o Idi Amin. En lo tocante a la falta de respeto a la ley os anteriormente citados pensaban de igual forma. La ley soy yo, parafraseando al famoso L’État c’est moi de Luis XIV, y ya me la haré a la medida que no me gusta el prêt-à-porter.


Conforta saber que existen jueces honrados – la mayoría – que saben aquilatar lo que es ley de lo que solo es una espuria conveniencia política, obrando en consecuencia. Este es el más grave error de Sánchez. Si no consigue acallar a la justicia y sus servidores, el proyecto político que encarna no tiene futuro. Está condenado a acabar en la nada porque fuera de la ley no existe salvación. Quizá espera que, con el tiempo, el temporal amaine en los juzgados españoles a base de campañas intoxicadores como el patético intento de echarle basura encima al juez Peinado con la chorrada de los dos DNI. Ese es otro error. Porque, como decía el insigne dramaturgo inglés Thomas Middleton, la justicia podrá adormecerse un poco, pero al final acaba por ver las cosas claras. Y le cuesta ponerse en marcha pero una vez lo hace, es imparable


Hacia un reventón nacional

PEDRO DE TENA. libertad digital. 3 Julio 2024


Es lo que ocurre cuando se produce una aceleración insoportable y multiforme de la vida nacional, desde la política a la ética, desde la justicia a las costumbres, desde la comunicación a intimidad, tal vez intimidación, eso que causa temor íntimamente a algunos o muchos. ¿Cuál ha sido el papirotazo que ha puesto este carrusel desbocado en marcha? No creo que haya nadie que dude que la célula fango de esta metástasis desaforada se llama Begoña Gómez y sus insólitos movimientos empresariales y universitarios que dieron lugar a su investigación judicial.


Desde que su marido, el tierno y cariñoso Pedro Sánchez, se enteró nadie sabe cómo –si tenia confidentes en El País y conocía sus titulares antes de publicarse, quién puede extrañarse de algo—, de que el juez Peinado –del que espera Sánchez que no sea imparcial, o eso dijo en la SER—, la citaba a declarar en calidad de imputada por los presuntos delitos de tráfico de influencias y de corrupción privada. Por ahora.


El primero, contemplado en el artículo 429 del Código Penal, castiga al particular que influya "en un funcionario público o autoridad prevaliéndose de cualquier situación derivada de su relación personal con éste o con otro funcionario público o autoridad para conseguir una resolución que le pueda generar directa o indirectamente un beneficio económico para sí o para un tercero".


El delito de corrupción privada, artículo 286 bis del mismo Código, pena a quien "prometa, ofrezca o conceda a directivos, administradores, empleados o colaboradores de una empresa mercantil o de una sociedad, un beneficio o ventaja no justificados, de cualquier naturaleza, para ellos o para terceros, como contraprestación para que le favorezca indebidamente a él o a un tercero frente a otros en la adquisición o venta de mercancías, contratación de servicios o en las relaciones comerciales".


Citaré algunos nombres: Complutense, Aldama, Globalia, Barrabés, Air Europa. Hay más.


Cierto es que antes hubo otras circunstancias muy graves, desde el caso Delcy al caso Koldo o mascarillas con Salvador Illa de por medio, varios ministerios y, de nuevo, los amigos de la esposa del amantísimo presidente. Y cómo no, se agriaban el caso amnistía y el caso Poder Judicial. Pero tras la políticamente mortal imputación de Begoña, su marido se quitó de en medio durante cinco días con el amor como excusa aunque no logró dar la lástima necesaria a unos españoles que le impidieron, otra vez, ganar unas elecciones, en este caso las europeas.


Estamos a 2 de julio y, pase lo que pase el 5, día fijado para la declaración de la imprevisible Begoña Sánchez ante un juez al que el fiscal, su abogado y otros se empeñan en irritar (lo de los dos DNI ha ido de aurora boreal), su tierno cónyuge ya anunciado para el 17 de julio, qué fecha, lo que se conoce ya como la Ley Begoña, sería mejor Ley Decoña (democrática), para meter en cintura económica y legal a los medios, blogs, webs e influencers bulones, hostiles al sanchismo y su galería de monstruos políticos. ¿Acusación? Que inventan bulos, y les acusa el mayor mentiroso de todos los tiempos del Reino.


Diferénciese de los medios y demás entes buleros que son los que tienen bula presidencial y cobran de la publicidad institucional, dineros públicos generosos del Estado y de sus empresas públicas, a cambio de defender lo que sea, cómo sea y contra quién sea para que el gobierno de Pedro Sánchez se mantenga en el poder, único medio de seguir trincando. Seguro que la Ley Decoña se aplicará, aún no se sabe cómo, a medios como el nuestro, a pesar de que percibe 36 veces menos que otros afines al matrimonio monclovita. Por ello, se quiere obligar a los gobiernos autonómicos y municipales de otros partidos a que los castiguen limitando su autonomía.


Pues desde abril, se aceleró la fangoterapia socialista y cómo no sirvió de nada en las elecciones europeas, se volvió al caso del poder judicial que ha terminado en un pacto ante testigo europeo, que el PSOE negó al día siguiente. La gente se equivoca, como el Fiscal General con Isabel Díaz Ayuso. Luego se volvió a la Ley de Amnistía y se trató de que ¿Salvador? Illa gobernara en Cataluña. Pero nada. Puigdemont quería el sillón que Conde-Pumpido le había puesto a tiro.


El tiempo va corriendo y ahora, dos Jueces con mayúscula, dos, que no son de la "toga suya", revientan la ley de la Amnistía, dejan con el culo al aire a más de un toga-polvo del camino y les corean a los golpistas que no se librarán de la malversación ni de la desobediencia, de momento. El prófugo se ha despertado mientras zurce alianzas para forzar nuevas elecciones catalanas. El 5, día grande de Begoña, está ahí mismo pero el acelerador de partículas de fango parece escacharrado. Ojo, Ayuso. Tienen querencia por vos.


Si Estados Unidos, Francia, Reino Unido, Europa casi toda y misma huele a reventón, ¿de qué nos extrañamos? Bueno, al menos, en casi todos los casos los reventones son electorales. Aquí no, porque elecciones, ¿para qué? Pues reventemos.


El Marchenazo

Pablo Molina. libertad digital. 3 Julio 2024


Puigdemont y sus consejeros con acceso al presupuesto del gobierno regional de Cataluña no van a ser amnistiados debido a su afición a meter la mano en la caja, una razón muy de peso que, además, hace honor a las costumbres más arraigadas de la oligarquía catalana, la más ladrona del continente europeo con permiso del socialismo andaluz.


La Sala del Tribunal Supremo que preside el juez Marchena lo explica todo en un auto, redactado en una prosa excelente, que aclara todos los extremos de una decisión que ya solo podrá desvirtuar Conde-Pumpido cuando el asunto llegue al Tribunal Constitucional, añadiendo más inmundicia al lodazal con el que ha enfangado su toga.


La amnistía que exigía Puigdemont era tan grosera que el Gobierno tuvo que fingir cierto prurito excluyendo de su ámbito a los golpistas que hubieran malversado fondos públicos. Lo maravilloso es que todos los que tenían acceso al presupuesto de la Generalidad cometieron ese delito, puesto que desviaron fondos públicos para fines ajenos a los que estaban destinados, aunque ese dinero no lo utilizaran para enriquecerse:


Desde los primeros momentos del derecho codificado, el ánimo de lucro se ha considerado perfectamente compatible con cualquier otra finalidad. El que se apodera de bienes ajenos —en este caso, patrimonio público— comete un delito aunque el metálico obtenido se destine a regalos a terceros, a limosna o a cualquier otra causa altruista. El castigo en los delitos patrimoniales no se justifica por ‘quedarse con las cosas de otro’, sino por ‘quitarle a otro las cosas’.


Podrían haber puesto de su bien pertrechado bolsillo los fondos para hacer barricadas, comprar urnas y sobornar periodistas durante la intentona golpista, pero ellos, prudentemente, decidieron hacerlo de otra forma:


…la única alternativa al alcance de los Sres. Junqueras, Romeva, Turull y la Sra. Bassa, si querían coadyuvar al proyecto independentista, era disponer de los fondos públicos de la Generalitat o pagar de su bolsillo. Y optaron por la primera de las opciones.


Su tacañería les ha llevado a quedar fuera de la amnistía que, sin embargo, alcanzará a todos los fanáticos de medio pelo que salieron a las calles a defender la republiqueta de los 8 segundos. Tampoco podrán beneficiarse Puidgemont y el resto de delincuentes aforados, a los que el juez Pablo Llarena ha extendido los efectos del auto del Supremo, por lo que siguen corriendo el riesgo de ser trincados por una pareja de la Guardia Civil si se atreven a pisar suelo español.


El documento del Tribunal Supremo es el ariete que desmonta la canallada del sanchismo a favor de los independentistas y una base jurídica y argumental espléndida para dar soporte a los recursos que los órganos judiciales van a ir interponiendo cuando les toque aplicar una ley inicua al servicio de un dictadorzuelo. Basta con este párrafo para que los órganos judiciales encargados de decidir, dentro o fuera de España, sepan de qué va el asunto:


El legislador ha estimado necesario abrir un paréntesis a cien años de jurisprudencia y hacerlo para unos hechos y unos protagonistas muy concretos. Un paréntesis que volverá a cerrarse para todos los demás ciudadanos que han sido condenados por un delito de la misma naturaleza.


Amén.


El Supremo frente a la amnistía

PEDRO PINEDA. el debate. 3 Julio 2024

En la obra «Cómo mueren las democracias» Steven Levitsky y Daniel Ziblatt advierten de que, en nuestros días, la democracia ya no muere necesariamente por un acto violento o dramático, esto es, con un golpe militar o una revolución, sino con lamento prolongado; el lento y progresivo debilitamiento de las instituciones esenciales como son el Poder Judicial, la prensa y la erosión global de las normas políticas tradicionales.


Esto es lo que está sucediendo en España desde que Pedro Sánchez es presidente del Gobierno. Un proceso continuo de liquidación del orden constitucional, de destrucción de la alternativa política, y de erosión global de las normas políticas tradicionales.


Todo empieza con el asalto a todas y cada una de las instituciones por el Gobierno, colocando afines al frente. Así, la Fiscalía General del Estado, el CIS, el Consejo de Estado, el Tribunal de Cuentas, el Tribunal Constitucional, Correos o la Radio Televisión Española (RTVE), entre otras. Ello se aderezó con la concesión de los indultos a los independentistas y con la reforma del Código Penal ad hoc para los delincuentes independentistas, derogando el delito de sedición y rebajando la malversación. Y ahora, con la cacería legislativa, política y mediática que el propio Sánchez ha emprendido contra el Poder Judicial y los medios de comunicación disidentes, a los que denomina «maquina del fango» y, por otro, con la aprobación de la Ley de Amnistía como guinda de destrucción democrática y constitucional, norma que rompe el pacto constitucional que los españoles nos dimos en 1978 y que erosiona las normas más básicas del Estado de derecho moderno.


La Ley de Amnistía, en primer lugar, es una ley profundamente corrupta. No es exagerado decir que constituye el mayor acto de corrupción política de la historia reciente de nuestra democracia, pues supone el borrado de delitos entre políticos para tratar de perpetuarse en el poder.


Es segundo lugar, se trata de una ley indigna e inmoral. En términos políticos y sociales la amnistía es la rendición del Estado y de los españoles ante quienes les atacaron, y la deslegitimación de todas las actuaciones que se llevaron a cabo para frenar el intento sedicioso, desde la actuación del Senado que aplicó el artículo 155 de la Constitución con el voto favorable del PSOE, al impecable discurso y decisivo discurso del Rey Felipe VI en defensa del orden constitucional, a la actuación impecable de nuestros Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado y del Poder Judicial.


Y, en tercer lugar, la amnistía rompe con todos los principios y valores constitucionales del Estado de derecho, desde la separación de poderes, a la seguridad jurídica, al principio de prohibición de la arbitrariedad de los poderes públicos o al principio de igualdad, valores superiores de nuestro ordenamiento jurídico, como ha sentenciado el Supremo: «El legislador española ha estimado necesario abrir un paréntesis a cien años de jurisprudencia y hacerlo para unos hechos y unos protagonistas muy concretos. Un paréntesis que volverá a cerrarse para todos los demás ciudadanos que han sido condenados por un delito de la misma naturaleza».


Las medidas de gracia, el indulto y la amnistía, son una excepción a los principios esenciales y reglas de un Estado de derecho, que solo proceden cuando son autorizados expresamente por la Constitución. Y en nuestro Estado social y democrático, el derecho de gracia ha quedado reducido a la concesión de indultos particulares (perdón de la pena), excluyéndose los indultos de carácter generales y la amnistía (desaparición retroactiva del delito), conforme establece el artículo 62 de nuestra Carta Magna, y como claramente se desprende de las actas del debate constituyente.


La amnistía es el derecho de gracia más amplio que se puede otorgar. Es una operación excepcional que trata es de corregir un «Derecho injusto» por vulnerar o ser contrario a los principios inspiradores de un nuevo orden social. Por ello, las amnistías solo tienen su sentido en los procesos de tránsito de una dictadura a una democracia, o en los pactos de paz y de concordia que pongan fin a las consecuencias de una guerra civil, condiciones ambas que concurrieron en las amnistías dictadas en España, cosa, que no ocurre en la actualidad.


En estos tiempos en los que se normaliza la criminalidad, se criminaliza la normalidad y se tergiversa la Historia de España es bueno recordar en palabras del Rey lo que ocurrió en 2017: «Determinadas autoridades de Cataluña, de una manera reiterada, consciente y deliberada, han venido incumpliendo la Constitución y su Estatuto de Autonomía (…) Con sus decisiones han vulnerado de manera sistemática las normas aprobadas legal y legítimamente, demostrando una deslealtad inadmisible hacia los poderes del Estado. Han quebrantado los principios democráticos de todo Estado de derecho y han socavado la armonía y la convivencia en la propia sociedad catalana (…) Esas autoridades, de una manera clara y rotunda, se han situado totalmente al margen del derecho y de la democracia. Han pretendido quebrar la unidad de España y la soberanía nacional, que es el derecho de todos los españoles a decidir democráticamente su vida en común».


Esto es exactamente lo que ocurrió. Y esto es exactamente sobre lo que el presidente ha decidido legislar para negar que existió. No hay mayor infamia, mayor traición y mayor fraude a España, al Rey, a los españoles, a los catalanes constitucionalistas, al Estado de Derecho, a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, al Poder Judicial, y a todos aquellos que cumplieron lealmente con la ley y actuaron de forma ejemplar para defender nuestra democracia y que, ahora, ven cómo Pedro Sánchez cambia votos por impunidad para quienes cometieron gravísimos delitos.


Ante estos hechos que golpean gravemente nuestra democracia debemos despertar. Defender el Estado de derecho no es una cuestión de izquierdas o de derechas, es defender las garantías de nuestros derechos fundamentales. Es defender nuestra libertad. En palabras del Rey Felipe VI: «Fuera del respeto a la Constitución no hay democracia ni convivencia posibles; no hay libertades, sino imposición; no hay ley, sino arbitrariedad. Fuera de la Constitución no hay una España en paz y libertad».


Pedro Pineda Celis es graduado en Derecho por la Universidad Pablo de Olavide


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El TC o la esperanza de amnistía total para los EREs y el Procés
EDITORIAL.libertad digital. 3 Julio 2024


Aun cuando el Tribunal Supremo no haya planteado (por ahora) una cuestión prejudicial ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europea tras la publicación en el BOE de la ley de amnistía —algo que la hubiera dejado en suspenso en su totalidad—, su decisión de considerar que dicho engendro jurídico simplemente no ampara los delitos de malversación por los que se acusa a Puigdemont y por lo que han sido condenados el resto de dirigentes del golpe del 1-O, era una posibilidad, tal y como adelantamos hace un mes en Libertad Digital, a la vista de las grietas jurídicas que habían abierto las enmiendas de Junts y ERC al texto inicial durante su tramitación en el Congreso.


Se trata, en cualquier caso, de una buena noticia y de una decisión jurídicamente impecable que conlleva el mantenimiento de la orden de detención contra el expresidente catalán pero que hará que Puigdemont y el resto de los golpistas trasladen sus esperanzas a un Tribunal Constitucional mayoritariamente dominado por miembros designados por el PSOE. Con todo, está por ver que la politización del Tribunal Constitucional llegue al extremo de declarar inconstitucional la decisión del Supremo de no considerar amnistiados todos los delitos perpetrados por los golpistas habida cuenta de que, llegado ese caso, el Supremo sí podría elevar una cuestión prejudicial ante el TJUE cuya mera aceptación dejaría en suspenso lo avalado por el TC.


Ahora bien, ese riesgo de que el Tribunal Constitucional, convertido en correa de transmisión del Ejecutivo, avale ese engendro jurídico, tan contrario al ordenamiento constitucional como al derecho comunitario, que es la mal llamada ley de amnistía, persiste. Y, en este sentido, no hay más que ver cómo la mayoría socialista del Constitucional, tras revocar las inhabilitaciones por prevaricación en el caso de los EREs, ha decidido este martes anular también una de las penas de prisión por malversación dictadas por la Audiencia de Sevilla y respaldadas por el Tribunal Supremo, lo que allana el camino para librar de la cárcel a Griñan.


Si la mayoría mal llamada "progresista" del TC (que no es propiamente Poder Judicial) se dedica al injusto y progresivo desmontaje de las condenas del caso ERE avaladas por el Supremo sin que haya una "ley" que amnistíe ese corrupto reparto clientelar de más de 600 millones de euros perpetrado desde la Junta socialista de Andalucía a lo largo de una década, cabe preguntarse qué impunidad no estarán dispuestos a conceder en el caso del proceso golpista catalán que sí pretende amparar una ley de amnistía como la aprobada por el Gobierno.


Así las cosas, todos los partidarios de la división de poderes tenemos el derecho de desconfiar de este envilecido y mal llamado Tribunal Constitucional y el deber de seguir depositando nuestras esperanzas en un Tribunal de Justicia de la Unión Europea como último baluarte de la persistencia de la nación española entendida como Estado de derecho.


La voluntad del legislador es clara

EMILIO CAMPMANY. libertad digital. 3 Julio 2024

La alegación más rotunda que el Gobierno hace contra la interpretación que de la amnistía hacen en el Supremo es que "la voluntad del legislador es clara". Y es verdad que está clarísima. La voluntad del legislador es inequívocamente la de amnistiar a Puigdemont en pago de haber hecho a Sánchez presidente del Gobierno. El problema es que, así interpretada, la ley no es ley, primero, por no ser general. Una ley no puede amnistiar personas, sino delitos. Y menos a cambio de la presidencia del Gobierno. Las dos cosas están fuera del comercio, la amnistía y el cargo político, de manera que más vale que el Supremo no tenga en cuenta la voluntad del legislador porque, si llega a tomarla en serio, concluye que la ley de amnistía tiene de ley lo que Sánchez de señor.


Como esta interpretación nos conduce a negar la categoría de ley a la amnistía, en aras de que pueda ser aplicada, hay que buscar otra. La ley excluye de la amnistía toda malversación que haya producido un beneficio patrimonial en el malversador o con las que se hayan malversado fondos europeos. Esta excepción complica mucho la interpretación porque es difícil imaginar una malversación que no tenga beneficio patrimonial para el malversador toda vez que, persiga el fin que persiga, pudiéndolo financiar con su peculio, lo paga con dinero público produciéndose en su patrimonio un ahorro que, de otro modo, no se habría producido. Asimismo, es difícil imaginar que no se vean comprometidos los fondos europeos cuando, dada la naturaleza fungible del dinero, una vez ingresado en el Tesoro, se confunde con el otro que hay allí, siendo muy difícil imaginar una malversación que no comprometa esos fondos como no sea que no se haya ingresado ninguno.


Todos estos problemas de interpretación podía haberlos resuelto el legislador de un plumazo hablando del delito de malversación a secas, sin mencionar ninguna excepción, y todos los golpistas habrían estado automáticamente amnistiados de este delito. No lo hicieron porque, de haberlo hecho, la ley habría sido groseramente contraria al derecho europeo, lo que habría provocado la temida ira de Bruselas. Y por eso, por querer nadar y guardar la ropa, soplar y sorber al mismo tiempo, comer y hablar a la vez y hacer una ley ad hoc con apariencia de ley general, es por lo que han parido un monstruo cuya interpretación es así de ardua.


Otro argumento, éste de leguleyo de tercera, es el que utiliza El País cuando acusa a la Sala Segunda de sacar a colación la existencia de un beneficio personal del que no hay ninguna referencia en la sentencia del procés. En la sentencia no se menciona el propio beneficio, so mendrugos, porque entonces era irrelevante que lo hubiera o no. Fue después, con la reforma del delito de malversación, cuando se fijaron diferentes penas para según qué malversación, una reforma también ad hoc para beneficiar a los golpistas condenados. Por cierto, que también entonces pudo el Gobierno haber indultado a los golpistas de ese delito y no lo hizo para no quedar en Bruselas como un Gobierno protector de corruptos. Y prefirió hacer, como ahora, una ley casi tan infumable como ésta de la amnistía. También entonces la voluntad del legislador era clarísima, e igualmente inconfesable.


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