Recortes de Prensa Domingo 3 Noviembre 2024

Decepción en Ucrania por la ayuda lenta y limitada de sus aliados

Efe. Leópolis. el mundo. 3 Noviembre 2024


En Ucrania crece la decepción por la lentitud en la ayuda de algunos de los aliados y su limitado apoyo frente la creciente participación de Corea del Norte en el conflicto con Rusia.


Si los aliados de Ucrania siguen haciendo la vista gorda ante la llegada de soldados norcoreanos a suelo europeo, la realidad puede "llamar dolorosamente a su puerta" en algún momento, subrayó el sábado Andri Yermak, jefe de la Oficina Presidencial de Volodimir Zelenski.


Su reacción se produjo tras el informe de la inteligencia militar de Ucrania sobre la llegada de 7.000 soldados del aliado asiático de Rusia a la frontera entre ambos países.


"Rusia no sólo está cruzando sus líneas rojas, está caminando sobre una alfombra roja. Una alfombra tejida a partir de respuestas débiles, esperanzas infundadas y complacencia", advirtió también a los aliados Sergi Kislitsia, Representante Permanente ante la ONU, en la reunión del Consejo de Seguridad de esta semana.


Creciente incertidumbre

Apoyar el Plan de Victoria de Volodimir Zelenski sería la mejor respuesta a la creciente alianza entre Rusia y Corea del Norte, dijo a EFE el jefe de la Comisión de Asuntos Exteriores del Parlamento y diputado del partido gubernamental, Oleksandr Merezhko.


Sin embargo, al menos dos de sus elementos clave -invitar inmediatamente a Ucrania a unirse a la OTAN y permitirle atacar territorio ruso con misiles occidentales- han sido recibidas con escepticismo por Estados Unidos y Alemania, entre algunos otros aliados.


Hasta ahora sólo el 10% de los 60 mil millones de dólares de ayuda militar prometidos por Estados Unidos hace más de seis meses se han entregado a Ucrania, reveló el presidente Zelenski en una entrevista esta semana.


"La sensación de que, a pesar de todas las garantías, el apoyo a Ucrania está perdiendo importancia estratégica para los aliados es preocupante", dijo a EFE Taras, militar de la 24ª brigada de las Fuerzas Armadas de Ucrania.


Si bien la asistencia del exterior es crucial para las posibilidades de Ucrania para defenderse de Rusia, la constante falta de certeza sobre su futuro hace que la planificación militar sea complicada.


Los comandantes ucranianos se enfrentan constantemente al dilema de si pueden utilizar los proyectiles de artillería disponibles para repeler los ataques rusos y salvar más vidas de sus soldados ahora o usarlos con moderación en caso de que los nuevos envíos tarden más de lo esperado.


"Si estuviéramos seguros de que durante varios años recibiríamos el apoyo necesario, la situación cambiaría radicalmente", subrayó Taras.


Los aliados pueden haber adquirido una falsa sensación de seguridad después de que Ucrania asestó algunos golpes duros a Rusia al comienzo de la invasión, sugiere.


El coste de apoyar a Ucrania ahora es mucho menor que el que sería si Rusia prevaleciera y se socavara la confianza en las promesas de Occidente, subraya.


La moral se ve afectada por el apoyo limitado

La falta de certeza sobre el apoyo de los aliados está afectando la moral de las tropas, en medio del lento pero constante progreso de Rusia en partes de la línea del frente, subraya.


"Es muy importante para nosotros saber que no estamos solos en esta lucha", dijo Taras.


"Sentimos el apoyo del exterior a través de la ayuda humanitaria y la financiación y estamos muy agradecidos", explica a EFE Emilia Jutkovska, psicóloga de Jersón.


Sin embargo, cada vez más lugareños se están cansando y están perdiendo la fe en la victoria en medio de los intensificados ataques con aviones no tripulados y artillería rusos contra los civiles.


"Cada vez hay más personas que dudan de nuestra victoria porque los socios nos dan armas con retraso y no nos permiten usarlas donde las necesitamos", acotó.


Según Jutkovska, los lugareños siguen luchando, pero tienen miedo de no poder liberar las zonas ocupadas por los rusos y de no volver a ver a sus familias que permanecen allí.


Es hora de actuar

A pesar de sus problemas, Ucrania comparte los mismos valores de democracia y libertad de expresión que sus aliados, dice Taras.


"No me gustaría que este mundo se encogiera porque alguien tenga miedo de luchar por él", subraya, señalando que Occidente no debe sobrestimar las capacidades de la alianza de países autoritarios.


Rusia traslada más de 7.000 soldados norcoreanos a la frontera ucraniana, según la inteligencia de Kiev

Las tropas norcoreanas fueron trasladadas desde los campos de entrenamiento en el este de Rusia

EFE. Leópolis. el mundo. 3 Noviembre 2024


Rusia trasladó más de 7.000 soldados norcoreanos a zonas cercanas a la frontera con Ucrania en la última semana de octubre, informó la inteligencia militar ucraniana (GUR).


Las tropas norcoreanas fueron trasladadas desde los campos de entrenamiento en el este de Rusia -de los que hay al menos 5- con la ayuda de al menos 28 aviones militares, reveló GUR en su canal de Telegram.


Los soldados fueron equipados por Rusia con morteros, fusiles de asalto AK-12, varias ametralladoras, rifles de francotirador y armas antitanque. También recibieron algunos dispositivos de visión, cámaras termográficas, miras y binoculares, según GUR.


"Es bastante sorprendente que el mundo haga la vista gorda ante las acciones cada vez más agresivas de Corea del Norte", reaccionó Andri Yermak, jefe de la oficina del presidente ucraniano, Volodimir Zelenski.


Ucrania ve todos los sitios donde Rusia está concentrando soldados norcoreanos y podría llevar a cabo ataques preventivos contra ellos si tuviera el permiso de sus aliados occidentales, había dicho Zelenski el viernes por la noche.


En lugar de conceder a Ucrania esta capacidad, Estados Unidos, el Reino Unido y Alemania "simplemente están esperando" a que los soldados norcoreanos comiencen a atacar a los ucranianos, escribió el presidente en Telegram, instando a los aliados de su país a actuar para evitar la escalada de la guerra.


«Es una de las mayores catástrofes de la historia de España»

Abascal: «Sánchez es el primer responsable de no haber activado todos los recursos del Estado cuando todavía podían salvarse vidas»

Agustín Benito. gaceta. 3 Noviembre 2024


El presidente de VOX, Santiago Abascal, ha lanzado una declaración oficial ante el desastre en la provincia de Valencia, donde han perdido la vida más de 200 personas por las lluvias torrenciales, hay «decenas y decenas» de desaparecidos, y cientos de miles han visto destrozadas sus viviendas y comercios.


Tras declaración del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, este sábado tras el comité de crisis, que ha calificado de «indigna», «infame» y «bochornosa», ha señalado que esta es «una de las mayores catástrofes de la historia de España», y ha recordado a quienes han sufrido el desastre, «y están sufriendo el caos de unas administraciones inútiles ante la desgracia».


«Muchos españoles hemos pasado de la conmoción de las primeras horas a la incredulidad, a la impotencia, a la rabia y hasta la vergüenza por la incapacidad de quienes deberían haber reaccionado y no lo han hecho», ha agregado en el vídeo, que ha compartido en las redes sociales, insistiendo en que «Sánchez es el primer responsable de no haber activado todos los recursos del Estado cuando todavía podían salvarse vidas«.


«¿Por que se ha abandonado a millares de españoles a su suerte, conviviendo durante días con cadáveres? ¿Por no hay nadie al mando? ¿Qué juego político miserable ha impedido que se dé la respuesta que la magnitud de este desastre exigía?«, se ha preguntado Abascal.


Así, ha afirmado que ahora es momento de ayudar y acompañar a los afectados: «Más tarde exigiremos las responsabilidades políticas, civiles y penales a los culpables de este caos». «Nuestras oraciones están con las victimas, nuestra solidaridad activa con los afectados y toda la determinación para que esta tragedia no le salga gratis a los irresponsables que han abandonado a sus compatriotas», ha concluido.


Gota fría y Estado de las Autonomías

Jesús Cacho. Vozpópuli. 3 Noviembre 2024


Hay sábados en que uno preferiría no tener que ponerse delante del teclado para escribir su columna dominical. Este es uno de ellos y muy señalado, muy traumático, con la tragedia de Valencia fresca, con tantos cadáveres aún por localizar, tantas vidas truncadas, tantas familias destrozadas, tanto dolor. Me espanta la tragedia y me alarman las circunstancias que la rodean. Me escandaliza la guerra de trincheras que se avecina, inevitable en un país que se ha querido partido en dos mitades; me horroriza el espectáculo de unos y otros echándose los muertos encima. Lo decía ayer un tal Pedro Ugarte en el antiguo twitter: “El cruce de acusaciones entre los más indecentes augura ya el escenario final: cuando remita el dolor por tantas vidas destrozadas, cuando los valencianos se queden a solas con su ausencia, la guerra partidista será implacable, cruenta, sectaria y brutal”. Quienes peinamos canas, quienes vivimos la dictadura y la combatimos en la esperanza de una España mejor, quienes compartimos la alegría colectiva de una Constitución que por fin nos garantizaba paz, seguridad y propiedad, vale decir vida y libertad, estamos obligados a no rendirnos a la desesperanza de este amargo final de Régimen, y a tratar, supremo acto de responsabilidad, de extraer las enseñanzas, si alguna, que nos lanza a la cara esta época infausta y, muy en particular, la tragedia en que estamos inmersos desde el martes.


Por ir directamente al grano. Creo que esta catástrofe pone definitivamente en cuestión la viabilidad del Estado de las Autonomías, nos golpea con sus fallos, nos interpela con su ineficacia, su burocracia paralizante, su incapacidad para hacer frente a desafíos de este tipo, y nos exige que esta evidencia, en absoluto nueva, debería llevarnos a replantearnos la estructura del Estado de una vez por todas, a enmendar los fallos del diseño constitucional del 78, algo que tendría que haberse abordado hace tiempo si España hubiera dispuesto de la sociedad civil y de la clase política adecuada para semejante desafío. Pero este país no aprende de sus desgracias, sus calamidades, sus dramas: la pérdida de Cuba, el desastre de Annual, la revolución de Asturias, la guerra civil y su legado de muerte… El deceso de Franco dio paso a un gran momento de consenso nacional: unos y otros llegaron a la conclusión de que tenían que perdonarse y se perdonaron, nos perdonamos, nos abrazamos. Faltaba tiempo para que pudiéramos advertir los graves fallos del diseño constitucional, los agujeros negros de ese Estado de las Autonomías con el que los constituyentes pretendieron aplacar, integrándolos en un gran proyecto nacional, a los nacionalismos de derechas catalán y vasco, por un lado, y acercar la Administración a los administrados, por otro.


Es evidente que ambos objetivos están lejos de haberse alcanzado. La traición de los nacionalistas al texto constitucional es hoy tan evidente que no exige mayor explicación. Como esos drogadictos necesitados de nuevas dosis para paliar los efectos de la abstinencia, el PNV se afanaba esta semana por ayudar al Gobierno Sánchez a concretar el asalto al Consejo de RTVE, y en conseguir para su famoso cupo los ingresos correspondientes al “impuestazo” decretado por el sátrapa contra la banca española. A esos señores tan serios que se pasean por Madrid con el porte cardenalicio del perdonavidas, esos vascos tan conspicuos, tan alabados por tanta prensa servil, tan desvergonzados, la tragedia que se estaba viviendo en Valencia les importaba un pito. Se trataba de seguir llenando la andorga a costa del Estado inerme. Peor aún ha sido lo del nacionalismo catalán, de derechas y de izquierdas, que ha llegado a protagonizar un golpe de Estado al que ese Estado, en manos de una clase política cobarde a la par que inepta, carente del menor patriotismo, no supo responder. No supo y no pudo en buena parte por el diseño de ese Estado Autonómico, de modo que cuando el miserable Gobierno Rajoy aplicó el artículo 155 de la Constitución se vio obligado a mantener intacta la administración autonómica para no colapsar los servicios públicos, al carecer de instrumentos administrativos propios para ejecutarlo de verdad. Ni siquiera se atrevió a cerrar ese nido de víboras que es TV3, el aparato de agitprop del separatismo. Consecuencia todo ello de la desaparición del Estado en Cataluña (también del País Vasco), Estado hace tiempo rendido por PSOE y PP, sin condiciones, ante ese fiero nacionalismo de cartón piedra.


En paralelo a las cesiones al nacionalismo burgués, el resto de España se pobló de Comunidades Autónomas en buena parte inventadas, sin la menor tradición histórica, que fueron aprovechadas por los partidos del turno para afianzar sus organizaciones partidarias y crear una nueva clase extractiva regional a la que va a ser muy difícil desalojar de sus madrigueras. El resultado ha sido la creación de 17 “Estaditos”, 17 Administraciones, 17 Tribunales Superiores de Justicia, 17 tarjetas sanitarias, 17 sistemas educativos y así sucesivamente… Ello con total renuncia a la construcción de un proyecto nacional de país. Las Autonomías se han convertido en agencias de colocación de parientes, amigos y conocidos de esa élite provinciana, obligadas a destinar gran parte de sus recursos, dinero del contribuyente, en pagar sueldos y salarios. Pero cuando llega una emergencia nacional, cuando ocurre alguna tragedia, cuando la naturaleza se revuelve y enseña su colmillo afilado, entonces esa organización disfuncional, parasitaria, burocratizada, muestra sus miserias y deja en evidencia su ineficacia, su incapacidad para servir, para atender las necesidades de la población, único objetivo que justificaría su creación: el servicio a la ciudadanía.


Manuel Muela, un español cabal, lo escribió (“España y su Estado central inerme”) en Vozpópuli un 20 de mayo de 2020: “Es urgente que España se dote de un Estado unitario organizado sobre bases diametralmente opuestas a las experimentadas y ya fracasadas”. Aludía Muela al drama del Covid, más de 100.000 muertos y el desastre organizativo del Estado Autonómico que la pandemia puso de manifiesto. “El Ministerio de Sanidad, mascaron de proa del mando único, se ha demostrado un organismo vacío de estructuras y de capacidades que, forzado por esa realidad, ha tenido que declinar sus pomposas facultades en el campo de Agramante de las Comunidades Autónomas, grandes responsables de los fiascos en la sanidad y en las residencias de mayores”. Concluía Muela que “la fragmentación ineficaz del poder público y las controversias entre el Gobierno central y los Autonómicos sobre la previsión o imprevisión de la epidemia y los déficits hospitalarios, han puesto de manifiesto que los males de la organización del Estado no son una invención de los críticos del Estado Autonómico, sino el resultado de una suma de hechos tan constatables como desgraciados”.


Sobre ese Estado Autonómico disfuncional, ineficiente, elefantiásico en su capacidad para drenar recursos públicos sin fin, se erigió a partir del nuevo siglo una clase política cada vez más feble, menos eficaz, más irresponsable, gente sin experiencia alguna de gestión. Las élites de unos partidos reñidos con la democracia interna se han adueñado de la Administración del Estado y se sirven de ella como si de su coto privado de caza se tratara. Tipos que no han hecho nada fuera de la política y que se morirían de hambre fuera de ella. Mediocridad rampante. De modo que las personas brillantes huyen de la política como de la peste. La tragedia de los atentados de Atocha, otro sapo que los españoles se tragaron sin rechistar, volvió a entronizar al PSOE en el poder, un PSOE agraz, guerracivilista, dispuesto a ganar desde el BOE una guerra que perdió en el campo de batalla y a reescribir su infamante comportamiento durante una dictadura en la que estuvieron desaparecidos. Ni estaban ni nadie les esperaba. La guinda la puso la llegada al poder en 2018 de un amoral, además de psicópata de manual, a medio camino entre los autócratas tipo Erdogan y los dictadores pachangueros latinoamericanos estilo Maduro. Un tipo sin principios dispuesto a vender la nación al mejor postor con tal de seguir en el poder. Un aventurero decidido a enriquecerse, Sánchez & Esposa, nuestros Ceausescu, en una bacanal de corrupción sin parangón.


En el otro lado del arco político, un Partido Popular que sigue sin haber digerido el desastre que para la nación de ciudadanos libres e iguales supuso la mayoría dilapidada por el Gobierno Rajoy y sigue mostrándose, sobre todo, reacio a transformarse en ese moderno partido de corte liberal, con un proyecto definido de país, que la España urbana de clases medias cultas demanda casi con desesperación. Entre un PP que no llega y un PSOE convertido en un partido de extrema izquierda liderado por un dictador vocacional, España vive una de las peores crisis de su historia reciente, crisis que es existencial pero a la vez política, social y de valores. Sobre este deprimente horizonte, tragedias como la de Valencia capaces de poner de manifiesto los lacerantes desajustes de la organización del Estado logran sacar a la superficie toda la rabia, todo el resquemor acumulado de una población permanentemente defraudada por unas elites formadas por vividores del erario incapaces de asumir ninguna responsabilidad, individual o colectiva, cuando vienen mal dadas.


Produce, por eso, asombro los esfuerzos que estos días despliega el mentecato que nos gobierna tratando de cargar de forma obscena la responsabilidad de lo ocurrido en Valencia sobre los hombros del presidente de esa Comunidad. Expertos en rentabilizar electoralmente los muertos, como se demostró tras el 11-M, creo sinceramente que no es momento de buscar culpables. Es, por el contrario, hora de confortar a las familias de las víctimas, golpeadas por una tragedia sin sentido, y prestarles toda la ayuda posible. Tiempo habrá de asignar responsabilidades. Dicho lo cual, ¿alguien desprovisto de ese sectarismo hoy tan en boga en la izquierda patria piensa que un Ximo Puig al frente de la Comunidad Valenciana hubiera hecho algo distinto a lo que ha hecho Carlos Mazón? Las Autonomías no están preparadas para afrontar desastres naturales como el ocurrido en la tarde noche del martes. Para eso está, debería estar, el Estado, con todos sus recursos. Por cierto, en 2019, siendo Puig presidente de la Comunidad Valenciana y el comunista Joan Ribo alcalde de la capital, ambos proyectaron recuperar el antiguo cauce del Turia eliminando el desvío construido durante el franquismo y que tantas vidas ha salvado en esta ocasión. Basta leer el diario Levante del 12 de febrero de 2019: “València quiere recuperar el río Túria 50 años después de perderlo”.


Y es que el problema no es Puig, ni Page, ni Mazón. El problema es de modelo, de diseño de un Estado tan gigantesco como ineficaz, que a la ausencia de prevención e inversión en infraestructuras añade un esquema competencial territorialmente cuarteado, disfuncional, un Estado Autonómico que se ha dotado de una montaña de reglamentos que a la hora de la verdad resultan inoperantes por carecer de una coordinación efectiva, de modo que cuando estalla la catástrofe ese modelo muestra las costuras de su incapacidad para hacer frente al desafío. Es el Estado de la Autonomías el que hay que repensar de forma urgente. Ya no valen excusas. Cientos de muertos nos contemplan. Ojo, nadie habla de abolir, sino de reformar. reformar en profundidad. Porque, ejemplo, solo un pueblo de eunucos morales puede consentir que una familia española no pueda educar a sus hijos en español en cualquier punto de España. Ya es hora de acabar con semejante dislate y otros parecidos. Recuperar sin demora determinadas competencias para el Estado central de las que nunca debió abdicar. Es el momento, por ello, de poner manos a la obra de la refundación del Estado sobre los pilares de una auténtica “revolución democrática” destinada a reconstruir el país y sanear la vida pública, materia de debate, sin duda, para unas nuevas Cortes Generales salidas de un proceso electoral auténticamente constituyente. Tal vez sea esta la última oportunidad de salvarnos. Sería el mejor homenaje que el pueblo español podría hacerle a las víctimas de esta horrible tragedia.


Dictablandas, Galicia y Vox

Nota del Editor. 3 Noviembre 2024


Me tocó estudiar (por cierto con becas y parcial ayuda de comedor escolar) en tiempos de la dictablanda, porque aquello no era una dictadura sino una decente y honrada dictablanda. En los primeros cursos teníamos "las marías" religión (en algún curso yo desconocía hasta la portada del libro) y FEN, Formación del Espíritu Nacional (con exámenes donde alegremente escribiamos al final viva Franco y arriba España), aunque en los últmos cursos ya tuvimos la suerte de estudiar Política social de Velarde y económica de Fuentes Quintana, inmejorables.


Muchos años mas tarde he sufrido, en Galicia, la Galicia del PP, todo tipo de tropelías contra el español, así que por mucho que pretendan mirar a otro lado, ahí esta la realidad, y ello nos lleva al tercer punto: Vox. Silenciar a Vox es al menos un desatino. El PP ha demostrado y demuestra que es parte del problema.


Estado autonómico, la historia de un fracaso

Alejo Vidal-Quadras.. Vozpópuli. 3 Noviembre 2024


La reciente tragedia sucedida en la Comunidad Valenciana ha puesto en evidencia una vez más las ineficiencias de la estructura territorial del Estado diseñada en el Título VIII de la Constitución de 1978 y las graves consecuencias que de ellas se pueden derivar. El reparto de competencias entre el Gobierno central y los ejecutivos autonómicos son muchas veces fuente de retrasos, confusión e incremento de costes. En el caso de una catástrofe natural como la causada por la DANA que se ha producido en la región de Levante este tipo de disfunciones resulta evidente. La AEMET lanzó la alerta roja a primera hora de la mañana del día del desastre, pero a esta agencia no le corresponde avisar a la población, competencia que está atribuida a las autoridades de la Autonomía. Los planes de emergencia tienen tres niveles, de acuerdo con la gravedad del suceso. En una primera instancia son los municipios asistidos en todo caso por el Ejecutivo regional los que se encargan de tomar las medidas requeridas, en una segunda valoración la acción corresponde a la Autonomía ayudada si procede por el Gobierno de la Nación y en una tercera situación se pasa ya al plano nacional.


Parece claro que el Gobierno de la Comunidad valenciana subestimó el riesgo porque lanzó la alarma recomendando a la ciudadanía que se abstuviese de desplazarse a pie o en automóvil trece horas después de la advertencia de la AEMET y no solicitó la fase tres de emergencia en ningún momento. La incorporación precipitada del ministro del Interior al comité de coordinación de los trabajos de limpieza, salvamento y auxilio ha sido una reacción insuficiente y parcial mientras la emergencia se mantenía incomprensiblemente en el segundo nivel. Asimismo, la incorporación gradual de efectivos militares mientras la gente moría atrapada en sótanos o arrastrada por las aguas incontenibles en vez de movilizar al máximo desde un principio todas las tropas necesarias indica una falta de capacidad de reacción fruto del escalonamiento obstructivo de los procesos de toma de decisión. Un modelo de Estado unitario con descentralización únicamente administrativa como tienen Portugal, Suecia, Polonia y otros Estados Miembros de la UE, siendo tan democrático como uno federal del estilo alemán o austriaco, es sin duda mucho más operativo y eficaz cuando surge una catástrofe como la que ha castigado tan dolorosamente a las localidades próximas a Valencia. Si a este factor estructural se suma la circunstancia de que el poder autonómico y el central tengan distinto color político, con los consiguientes recelos, culpabilizaciones cruzadas y zancadillas institucionales, el cuadro se vuelve aún más decepcionante.


Los dos principales partidos políticos repiten monótonamente -en eso sí están de acuerdo- el mensaje de que el Estado de las Autonomías ha sido un éxito, cuando se presentan continuamente motivos para afirmar lo contrario. Los dos centenares de muertos y las terribles pérdidas materiales de la riada de la pasada semana son un ejemplo más de que los constituyentes afrontaron con acierto los problemas militar, religioso, social y de la disyuntiva monarquía-república, pero en lo referente a la estructura territorial y el tipo de descentralización a aplicar no anduvieron inspirados, Nos legaron un Estado hipertrofiado y despilfarrador, agitado por tensiones centrífugas insoportables, fragmentador del mercado interior, con gobiernos centrales sometidos al chantaje desleal y contumaz de grupos separatistas que no cesan en su empeño de terminar con España como Nación, así como la multiplicación de cargos públicos corruptos y extractivos que esquilman el erario sin descanso ni pudor.


Si a todo lo anterior se añade que un ecologismo mal entendido ha causado la destrucción de centenares de embalses y ha impedido la limpieza de los cauces de las rieras y torrenteras que pueden permanecer secas durante décadas para transformarse súbitamente en inundaciones mortíferas, todas las explicaciones del drama acaecido en Valencia quedan expuestas de manera manifiesta. Eso sí, la última de la serie de responsables ministeriales de una política pretendidamente verde, pero letal en sus efectos, acaba de ser premiada con una Vicepresidencia de gran alcance en la Comisión Europea. No se puede dar mayor escarnio tras lo vivido y sufrido en estos días de duelo.


Por tanto, en cada ocasión que oigamos a alguno de nuestros gobernantes, diputados, concejales o corifeos del estatus quo cantar las alabanzas del Estado autonómico, procedamos a abuchearlo sin piedad porque una cosa es que nos intenten engañar y otra que lo aceptemos mansamente.


De lo inevitable a lo injustificable

Carmen Álvarez Vela. gaceta. 3 Noviembre 2024


La naturaleza es bella, poderosa y también brutal. Ese pensamiento naif de que la naturaleza es buena en sí misma y sólo se encabrona —disculpen la palabra— a causa de la mano del hombre es un absurdo fruto de la ignorancia. Por desgracia, esta DANA o gota fría, como la llamábamos antes, ha sido de una virulencia devastadora y eso es inevitable. Como lo fueron tantas otras a lo largo de los siglos.


Es importante aceptar esto y diferenciarlo de la injustificable tragedia posterior producto de la parálisis casi total del Estado —esto incluye a todas las administraciones— que está siendo incapaz de atender a los miles que mueren en sus casas, en sus coches, en sus garajes y en mil sitios más que iremos conociendo, sin que les llegue ayuda. Hasta hace unos días creíamos vivir en un país plenamente desarrollado. Ahora mismo no sabemos qué narices está pasando.


No es que falten medios ni profesionales de primera ni miles de voluntarios de toda España dispuestos a achicar a agua —que el español de a pie, a diferencia de algunos diputados, está dispuesto—, a barrer calles, a donar todo tipo de material, a repartirlo y a hacer lo que haga falta. El drama agregado a la situación desoladora a la que nos enfrentamos es que tenemos la sensación de que no hay nadie al mando. Y esto es tan inesperado y desesperado como la propia DANA. Los españoles no entendemos nada.


Por si esto fuera poco, nos han ofrecido ayuda desde Francia y muchos otros lugares, pero nuestro ministro del Interior la ha rechazado. Marlasca es un inútil, pero lo compensa con una soberbia letal, entre otras virtudes. Letal no para él, sino para los demás. Mientras tanto, personas desesperadas no comprenden cómo es posible que el ejército español no esté allí desde el minuto uno. Creíamos ser un país en el que las cosas fundamentales funcionaban. Y eso que ya apuntaban casos como el caos de RENFE, síntoma clarísimo de la decadencia en la que está cayendo España. Vivimos en estado de dejadez. Los que gobiernan están más preocupados por acaparar poder de forma desatada y les da completamente igual el progreso del país. Y se llaman progresistas. Qué broma macabra.


La respuesta de la siempre sobrevalorada Margarita Robles a la petición de que el ejército acuda a la zona del desastre ha sido contradictoria, evasiva, indecente e incluso cruel. Empezando porque no es competencia de Defensa ‘en este momento’ —está esperando el correo electrónico comunicándole que lo es para hacer algo significativo—, que el ejército no puede estar para todo y que esto es cosa de ‘otra administración’ —la valenciana—. Esta última excusa es de una inmoralidad que me sobrepasa. No obstante, está dispuesta mandar los 120.000 militares si son necesarios. De 500 militares a todos de golpe. Qué frivolidad en la forma de hablar. Qué catadura moral hay que tener para marear la perdiz ante el drama que se está viviendo en España. Cómo hemos llegado a que esta gentuza nos gobierne.


Es todo de una indecencia y una crueldad aterradora. Si no somos capaces de actuar con agilidad en una catástrofe como esta es que el Estado español es un estado fallido.


Está claro que no es la hora de depurar responsabilidades. Es hora de salvar vidas. Hora de exigir que el elefantiásico y torpón Estado que nos hemos dado sea capaz de hacer algo útil y organizarse de una vez para ayudar a las miles de víctimas que esperan en un estado de desesperación total. No es hacer política decir que el Gobierno de España está haciendo lo posible para quemar a Carlos Mazón y recuperar políticamente la Comunidad Valencia. Tampoco lo es decir que la actuación del gobierno regional es de una inoperancia total. En resumen, la incompetencia y la maldad —también incompetente— se han unido y esto está costando un sufrimiento literalmente agónico y cientos de vida. Lo que está sucediendo no se lo tienen que hacer ver sólo los aludidos, en los cuales no tengo ninguna confianza, sino todos los españoles. ¿Estamos dispuestos a que esto pase sin sacar conclusiones?


Por fortuna, con lo que no han acabado —pese a sus numerosos intentos— es con la nación española. Toda España es ahora Valencia, Castilla-La Mancha o Andalucía. Miles de personas se han puesto en marcha por su cuenta para ayudar de todas las formas posibles. Lástima que tantísimo amor, tanta solidaridad, tanta entrega no esté sirviendo para nada porque, como ha dicho el general de la UME, Francisco Carrillo, no puede llegar nada, ¡ni siquiera el Ejército! debido a la falta de «una estructura de mando y control organizada, una coordinación organizada y un soporte logístico».


La política de verdad, la gestión de lo común, la búsqueda continua de seguridad y bienestar de la comunidad es algo demasiado serio como para dejarla en manos de nuestros políticos. Cuando la gente no entiende nada, cuando pasan días interminables sin que miles de ciudadanos sean atendidos en situaciones extremas, el problema no es de la gente, es de los de ‘arriba’. Suspenso absoluto a un sistema que ha duplicado competencias, que a la hora de la verdad discute entre sí son galgos o podencos, y constatación de la ausencia total del espíritu de servicio que debiera guiar las acciones de los que mandan.


Para qué tantos parlamentillos ridículos repartidos por toda España, para qué tanto cargo y tanto bombo, para qué unos impuestos desmesurados, si luego se nos muere la gente sin que pueda llegarles ayuda. Cuando esto pase será el momento de cuestionarnos seriamente a dónde vamos como país, y si estamos dispuestos a seguir así.


Me pregunto qué cosa puede conmover a este Gobierno, si existe algún mínimo rasgo de humanidad en esta gente capaz de eludir una sesión de control —siempre incómoda, claro—, pero que aprueba acto seguido el decreto para la renovación del consejo de RTVE y así lograr su control. Si más de doscientos muertos a estas horas y dos mil desaparecidos no lo hacen, está claro que estamos en manos de auténticos psicópatas.


Los intereses de la deuda desangran a la UE: España, en cuarto lugar por detrás de Francia

José Ramón Riera. el debate. 3 Noviembre 2024


Acostumbrados a que el BCE nos comprase la deuda a 0 % de interés, con estos tipos de interés tan altos empezamos a darnos cuenta de que los intereses empiezan a pesar en el gasto público


la deuda de la Unión Europea en el primer semestre del año ha crecido en 405.000 millones, un 2,9 %, hasta alcanzar los 14,3 billones. Pero, como dicen aquellos a los que les gusta endeudarse, «como la deuda no se paga, no pasa nada».


Pues sí pasa, y mucho. Cuando los tipos de interés son altos, como lo son en estos momentos, cada vez que pides deuda nueva esta te cuesta más y, aunque no se «amortice» –que es lo que dicen en general todos los que no entienden de economía–, al vencimiento de la misma hay que renegociar nueva deuda y casi siempre supone pagar, al menos, un poco más.


España, campeona de Europa en déficit

Otra vez de tapadillo: 2.100 millones de déficit colados a Bruselas


Acostumbrados a que el BCE nos comprase la deuda a 0 % de interés, con estos tipos de interés tan altos empezamos a darnos cuenta de que los intereses empiezan a pesar en el gasto público. Estos intereses crecen y suben como la espuma de un batido.


Eso es precisamente lo que hoy quiero mostrarles. Mientras la deuda aparentemente sólo crece un 2,9%, que aunque parezca poco para los incultos de la deuda pública, ha sumado 405.000 millones en la Unión Europea.


Pero no ha sido un reparto lineal. Francia, Italia, España y Polonia han sumado 295.900 millones de ese incremento de la deuda, así que solo cuatro de los seis grandes han generado el 73 % del incremento. Ese incremento de deuda, junto con la renovaciones que se han ido realizando a lo largo del 2023 y 2024, ha generado un incremento de los intereses del 28,9 %.


Efectivamente, la renovación de muchos miles de millones de deuda que han vencido han sido renovados a tipos muy altos y, por tanto, a intereses más elevados. Para aquellos que dicen que no es importante pasar de pagar un 1 % a un 2 %, les recuerdo que es pagar el doble en intereses de lo que pagaba antes.


Los Veintisiete, que estaban pagando de media un 2 % de interés al cierre del primer trimestre, han pasado a pagar de media un 2,5 % al cierre del segundo


Los Veintisiete, que estaban pagando de media un 2 % de interés al cierre del primer trimestre, han pasado a pagar de media un 2,5 % al cierre del segundo, lo que supone una subida del 25 % y, lo que es peor, el incremento marginal de los tipos de interés.


Pero veamos qué nos ha pasado de acuerdo con Eurostat de los datos que han enviado cada uno de los países. Y no olvidemos que a España se le olvidaron contabilizar casi 2.000 millones de intereses que aparecieron en julio y que aquí no están.


Como pueden comprobar, los intereses pagados en el segundo trimestre se han ido hasta los 91.107 millones y con un crecimiento del 28,9 %.


Si nos olvidamos de Chipre y Eslovenia, dos pequeños países que empiezan a tener problemas muy serios de financiación, lo que realmente es muy grave es lo que le ha pasado a Francia, que ha dejado de ser un país respetado por la comunidad que presta dinero y los intereses se les ha incrementado en un 83,9 %. Está claro que se financiaban muy bien a una media del 1,3 % y los mercados les han adjudicado una prima de riesgo equivalente a la española y han pasado a pagar a una media del 2,2 %.


España, que pagaba a final del primer trimestre 8.116 millones de euros, crece un 34,1 % y se va a 10.884 millones, aunque cuando salgan los datos del tercer trimestre –salvo nuevas trampas– vendrá el llanto y crujir de dientes. Para que tengamos una comparativa en la mente, a pesar de que Alemania también crece en un 25,7 % en el pago de sus intereses, España paga un 86 % de lo que paga Alemania.


Gracias a la extraordinaria gestión de nuestro Gobierno, nuestros intereses son equivalentes al 86 % de los intereses que paga Alemania


¿Ha quedado claro? Gracias a la extraordinaria capacidad de gestión de nuestro Gobierno, nuestros intereses son equivalentes al 86 % de los intereses que paga Alemania cuando nuestra economía es el 40 % en comparación.


Italia, también tiene un problema que viene de muy lejos y ha tenido que pagar 24.065 millones de intereses en un solo trimestre, casi el doble que Alemania y un 35 % más que los franceses y, aunque ha bajado su déficit en un 58 % en el segundo trimestre del año, el trabajo que le queda a Giorgia Meloni es titánico, hasta que los mercados reconozcan su labor.


Si España sigue en esta deriva de incrementar 50.000 millones de deuda al semestre, dentro de muy poco tiempo estaremos en el lugar de Italia que va camino de superar los 90.000 millones de euros, que es lo que nos cuesta el 90 % de la sanidad pública en España.


La Union Europea se desangra en intereses de la deuda y va camino de llegar a los 100.000 millones por trimestre, cifra que es el 80 % del coste de la sanidad pública en los 27 países miembros. He querido comparar con la Sanidad por la importancia que tiene para los ciudadanos y que siempre se les olvida a los políticos.


******************* Sección "bilingüe" ***********************


Sols el poble…

Hughes. gaceta. 3 Noviembre 2024


Mazón dio una rueda de prensa, la comparecencia de un cadáver político. Solo hace falta ver el miedo con el que se dirige al gobierno: gracias presidente, gracias ministro, gracias, gracias por todo… Se vengó convocando a los ministros a la crisis como un seleccionador. El Estado Autonómico, que asombró al mundo, se hace filigrana con esta locura absoluta de gestión.


Con Mazón acaba un mito. Suponemos que nadie volverá a decir muy alto que el PP es el partido de la gestión, y eso tiene Mazón de relativa novedad, aunque con su pavor al gobierno y con su desconcierto reproduce sensaciones antiguas, aquella tribulación del PP cuando el Prestige y la crisis del 11-M.


Porque la izquierda es más o menos la misma. Es lamentable volver a hablar de derechas e izquierdas, separar las cosas en tirios y troyanos, pero son los filtros instalados, las formas de pensar. La energía del sistema circula entre esas polaridades.


Los mismos que orquestaron la desinformación en los días del 11-M son los que se apresuraban estos días a explicarnos que la AEMET hizo su trabajo a la perfección. Sería compatible que no fuera exactamente a la perfección y que la gestión de la Generalitat fuera además una calamidad, pero esta vez las capas de calzoncillos existen: un mensaje con alerta roja a primera hora de la mañana.


Estos extremos se irán aclarando, pero Mazón, puesto a fuego muy lento, está sentenciado desde todos los puntos de vista. ¿Qué puede liderar? Hasta la prensa internacional ha bajado el pulgar. Y cuando su administración establece restricciones al voluntariado, al ir y venir de personas —todo tiene un aire de romería filantrópica que no debe de ser muy manejable– se interpreta como algo perverso. Quizás solo sea una última y melancólica aspiración a la eficacia. Cuando los voluntarios recogen el barro, por ejemplo, lo echan en las alcantarillas, y eso entorpece más que ayuda. Volvemos a lo de siempre: hacen falta máquinas, y han de poder moverse por calles poco practicables.


La administración valenciana ha de liderar en la persona de Mazón un inaudito experimento de gestión de crisis para el que es muy improbable que esté preparada. Y ni siquiera hablamos de lo técnico. No tiene ni la capacidad de emitir una información firme en la incertidumbre.


El consiguiente lema Sols el poble salva al poble ha originado una gran corriente popular y es fácil componer el relato de pueblo abandonado por el gobernante, pero ese relato se hace desde Madrid y también desde Valencia, incluso, y sobre todo, desde la Valencia de Compromís. No sabemos cuántos muertos hay (va a ser escalofriante lo que salga del parking del centro comercial Bonaire) y ya se ha convocado una manifestación para pedir la dimisión de Mazón. «Asociaciones cívicas» la organizan, pero conviene leer siempre la letra pequeña. Son asociaciones de índole separatista (Plataforma para el derecho a decidir del País Valenciano, sin ir más lejos). El separatismo catalán se vuelca en Valencia y hasta la Orriols, el nuevo fenómeno del supremacismo, demuestra un súbito interés por los castellanoparlantes valencianos. La narrativa es que el Estado español («Estado fallido») ha abandonado a los valencianos y… sols el poble salva al poble.


Mazón está amortizado, pero con muchos cuerpos aun por encontrar, la izquierda valenciana ya se ha abrazado al separatismo no para que se vaya Mazón, que ya fue, Mazón ya fue, sino para que la derecha no vuelva a gobernar nunca en Valencia. Así hubiera sido de no aparecer Vox… Por supuesto, no están dispuestos a que se repita y el separatismo, que siempre quiso «navarrizar» Valencia, no debería ser menospreciado ni siquiera en un momento así; especialmente en un momento así: son capaces de renunciar a una inversión en Valencia para que se la lleve Barcelona, y en el Covid llegaron a fantasear con un apartheid vírico para madrileños. Su mercancía la cuelan de matute, debidamente blanqueada, por las teles del duopolio.


Sería muy bonito hablar de una España unida frente al desastre, el horror y la mala gestión, pero no es así. Eviten en lo posible las fantasías de un pueblo unido que se levanta «contra el francés». El «pueblo» de la izquierda no es la «nación» de la derecha y aun menos lo es el «poble».


La izquierda, que es siempre ya izquierda más separatistas antiespañoles, hace imposible cualquier salida unitaria; deberíamos saber por pasadas experiencias que las crisis las aprovechan como se aprovecha el cerdo en la matanza. El mismo martes por la noche ya se hacía en Valencia política sectaria y el miércoles, en televisiones de Madrid, se responsabilizaba de las muertes a los «negacionistas del clima». La dana valenciana es el escapismo federal del gobierno (golpismo del no-ejército), es el cambio climático como nueva religión totalitaria (los negacionistas tendrán tratamiento intelectual de terroristas), y es también esa subtrama valenciana donde las cosas, en el caos, se parecen bastante a lo que siempre han sido y donde es difícil ver alguna salida edificante al horror y la oscuridad de estos días.


Sánchez culpa a Mazón de que Bildu no le deje sacar al Ejército

Federico Jimenez Losantos. libertad digital. 3 Noviembre 2024


A los cinco días, que es su unidad de medida para engañar a la masa, Sánchez se ha dirigido a los españoles para decirles cómo va la tragedia en la Comunidad Valenciana. Podría haber dicho que su estrategia para cargar a Mazón con todas las deficiencias del desastre y recuperar Valencia para la izquierda comunista y catalanista no va mal. También podría haber culpado al "cambio climático", que ahora llama "emergencia climática", y que es tan novedoso que Franco le hizo frente tras la riada de 1957 y la obra faraónica del nuevo cauce del Turia ha evitado decenas de miles de muertos en la tercera ciudad de España. Anticipación climática, supongo. Y si fuera otro, menos mentiroso y más sensible al mal ajeno, también podría haber dicho, por una vez, la verdad: que no puede sacar el Ejército a la calle porque sus socios, desde Bildu a Sumar, pasando por la Esquerra y Junts, no se lo permiten. Pero se ha atenido al guion que desde el principio siguió su gobierno y el equipo de opinión sincronizada: si hay culpa, será de la Autonomía, que para eso es del PP. Que la próxima me voten a mí.


Que "si quiere ayuda, que la pida", dice el Déspota

La frase más infame del marido de la imputada Begoña, hermano del imputado David, padrino del imputado García Ortiz y responsable de todos los imputados o imputables por corrupción del consejo de ministros, que de momento son once, fue la que dirigió a Mazón: "Si necesita ayuda, que la pida". Le faltó decir: "porque lo que es yo, no pienso ayudarle en nada". Pero se le entendió perfectamente. Como a la ministra más hipócrita, Margarita Robles, que dijo tras mandar setecientos militares, que había 120.000 preparados "por si era necesario". ¡Por si era necesario! ¡Y llevaban incomunicados, conviviendo con sus muertos, casi tres días! ¿Son humnos, Sánchez y Robles? Sí, pero como El Arropiero o el Caníbal de Rottemburgo, para demostrar que el ser humano puede ser muy criminal. Ya lo demostraron en la pandemia, cuando subordinaron la prevención a los intereses ideológicos, como en el 8M, políticos, como el asalto a la Comunidad de Madrid, o directamente crematísticos, como el monopolio de la compra de mascarillas para el que los koldos y aldamas, los abalos, illas , robles y, claro, Sánchez tejieron una inmensa trama de corrupción.


Para echar a Mazón, el obstáculo era el Estado de Alarma

Desde el primer momento, el Gobierno y sus sicarios mintieron sobre las alarmas a la población. Incluso sobre algo tan supuestamente respetable como el envío de la UME se tergiversó la hora en que se solicitó, las 3 de la tarde, y el canario flauta amigo del Tito Berni dijo que había esperado a las 8.30. La propia delegada del Gobierno, del PSOE, tuvo que desmentirlo. Pero para esta gente sin sentimientos ni vergüenza, la verdad es un engorro molesto, y siempre descargan en los demás las responsabilidades propias.


Sabe el tirano en ciernes, con más poder que nunca y con menos capacidad de ejercerlo que nadie antes en su cargo, que sólo él, Pedro Sánchez, tiene la capacidad de proclamar el estado de alarma, excepción y sitio, las tres fórmulas constitucionales que permiten hacer frente a una situación que necesita un mando unificado, necesario para movilizar a las fuerzas armadas, jerárquicamente ordenadas para ser de inmediato eficaces. Ni Mazón podía proclamar el Estado de alarma ni él podía dejar de hacerlo, de tener algún respeto por los españoles y la institución que enfanga a diario. Mientras mira sin ver la agonía de una región de cinco millones de habitantes, de conciudadanos si tuviera la menor noción de ciudadanía, calcula qué le conviene más o cómo arruinar mejor al PP valenciano.


Cuando ve que el relato de la incompetencia de Mazón se viene abajo, porque la gente del común pide a gritos la asistencia del ejército, de su ejército, de sus soldados, que a su vez llenan las redes sociales con notas de indignación, explicando todos los recursos que podrían ser enviados de inmediato, hace un quiebro, manda unos pocos soldados, no demasiados y de noche, para que no se vean demasiado, y sigue dejando que Mazón haga frente solo o, lo que es peor, con Marlaska, a las terribles ruedas de prensa de un poder sin poder, una responsabilidad sin medios, una situación que no se arreglará en muchos meses ni se podrá reparar en bastantes años.


Pero el déspota de Bollywood tiene un problema de guion: se presenta como salvador de una situación que él la ha hecho casi insalvable para su adversario político, aunque destruyendo las vidas de los valencianos. Y sería fácil si proclama el estado de alarma y manda, aunque tarde, a miles de soldados a ayudar, aunque sea cinco días tarde. Pero ¿cómo puede proclamar un estado de emergencia nacional quien niega a la nación? El gang plurinacional errejonil no lo admitirá. El partido de la ETA, menos.


Prohibida también la "emergencia nacional"

Sus socios catalanistas, empezando por Illa, jamás. Y Junts, para qué contar. Así que, mientras miles de personas de toda España iban andando a Valencia a ayudar a quienes son, como ellos, simplemente españoles, y ante esa explosión de sentimiento nacional de hermandad, el déspota iba a seguir culpando a Mazón, a Feijóo, o a un Rey excesivamente maniatado. Mientras miles morían sin ayuda y España veía la agonía de Valencia, él se apresuraba a multiplicar el sueldo de sus sicarios en TVE, lo único urgente. Sólo confía en dominar el relato, la propaganda, el sicariato de la mentira, el argumentario de la alta traición. Nunca ha habido un miserable así en el Poder en tantos siglos de historia de España. Nunca más necesario echarlo.


Unos gobernados que no se merecen a sus gobernantes

EDUARDO INDA. gaceta. 3 Noviembre 2024


Iba a escribir de un caso Errejón que, en realidad, es también el caso Yolanda Díaz, el caso Mónica García y el caso Rita Maestre. Un repugnante cuatro en uno. Está de más subrayar que se trata de uno de los mayores escándalos de la historia de España. Pero, como quiera que la actualidad pasa por Valencia, lo dejaré para otro fin de semana. Eso sí, que ni el depredador sexual ni sus cheerleaders se piensen que nos vamos a olvidar de ellos. Ni muchísimo menos, simplemente lo dejamos para mejor ocasión por luctuosas razones obvias. En siete días les daremos lo suyo. Y si no puede ser el próximo finde, le tocará el siguiente o el siguiente del siguiente, pero no van a conseguir que nos callemos, miremos a otro lado o se haga luz de gas.


Yendo al grano he de enfatizar que una catástrofe como la de la provincia de Valencia, con sus derivadas albaceteñas y andaluzas, no es culpa de nadie. Sólo de ese inmisericorde destino que ataca cuando menos te lo esperas y a quien menos se lo merece. Ésas son las reglas del juego en este valle de lágrimas que de manera igual de metafórica que realista describe la Biblia. Y así como me parecieron unos idiotas cósmicos los que acusaron a Ada Colau de los atentados del 17-A de hace siete años por haber retirado los bolardos de Las Ramblas, «la matanza es culpa del que conducía la furgoneta», apostillé yo por aquel entonces, no me cabe otra que tildar de estúpidos solemnes a aquéllos que apuntan con el dedo acusador a Carlos Mazón.


La culpa de estas monumentales riadas, pues, no es de nadie. O, sí, de ese cambio climático que se antoja una obviedad tautológica, es decir, una perogrullada al cuadrado, o del Sumo Hacedor en caso de que exista. Que, con tragedias como ésta, es normal que nos entren dudas. El índice sí es menester usarlo para señalar a quienes se equivocaron en la reacción. Una respuesta tardía, chapucera y errática.


La primera responsable de que se haya actuado tarde y mal es María José Rallo del Olmo, presidenta de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), ese organismo que toda la vida de Dios se llamó Instituto Nacional de Meteorología pero que Zapatero se empeñó en rebautizar para borrar ese «nacional» que tanto daño al ojo hace a los que odian la nación más antigua de Europa. La Aemet activó la alerta el mismo martes por la mañana, tarde a mi juicio pero defendible desde el punto de vista técnico. Pero añadió que lo peor pasaría a eso de «las seis de la tarde». El error fue letal toda vez que lo peor estaba por llegar en esa hora teóricamente límite. El tsunami de dos metros de altura se desencadenó entre las ocho y las diez de la noche, circunstancia que los expertos no supieron vaticinar. La gente se confió y pasó lo que pasó. El que no avisa es un traidor y campeona de los traidores fue la Aemet.


Intentar asesinar civilmente a Carlos Mazón es, sencillamente, miserable por falsario. Si los que manejan el radar te indican que la situación se normalizará a las seis de la tarde, tú, político, presidente de la Generalitat, dirás que las aguas volverán a su cauce a las seis de la tarde. No se le pueden pedir peras al olmo. El dirigente popular es licenciado en Derecho, no meteorólogo, físico o pitoniso. «Se espera una disminución de la intensidad de la DANA a las 18.00 horas», apuntó basándose en el pronóstico de los expertos. Vamos, lo que hubiéramos hecho cualquiera. Es como si yo le digo al médico que me va a operar la rodilla por dónde tiene que meter el bisturí y cómo he de hacer la recuperación. Más al contrario, le rogaré que me pinche el propofol cuanto antes para que haga su trabajo y sanseacabó.


Al Gobierno de la Comunidad Valenciana sí se le puede y se le debe echar en cara que mandase los mensajes de alerta a los móviles más tarde de lo necesario. Se lanzaron a las ocho de la tarde. En su descargo hay que admitir que si la Aemet te concreta que la alerta roja desaparecerá a las seis el margen de maniobra se estrecha. Nuevamente, hay que acordarse de la presidenta de una Aemet que no supo prever la que se les venía encima a los vecinos de Paiporta, Chiva y el resto de localidades que se asemejan en nivel de destrucción a las grandes urbes de Ucrania.


Se intenta fusilar al amanecer a Mazón olvidando que la propia delegada del Gobierno en la región, Pilar Bernabé, afirmó exactitamente lo mismo en À Punt Ràdio: «La previsión de esta alerta roja es, en principio, hasta las seis de la tarde. Eso no obsta para que pueda alargarse porque la previsión es que haya lluvia todo el día». «Lluvia» nada tiene que ver con el diluvio universal que se cernió sobre los municipios limítrofes con la capital valenciana. Es de justicia, sin embargo, reconocer el impecable papel institucional de la delegada socialista que hizo lo que tocaba: aparcar la ideología para comparecer ante los medios mano a mano con Carlos Mazón.


La Aemet, como todas las instituciones con Sánchez politizada hasta la náusea, la pifió igualmente a la hora de calibrar el número de litros por metro cuadrado que se desatarían sobre Valencia: hablaban de «entre 150 y 180» y finalmente fueron hasta 500. Un experto francés, Nahel Belgherze, el gran gurú europeo en la materia, hablaba el martes a primera hora de la mañana de «más de 400». Curioso que prácticamente ningún medio de comunicación haya ajustado cuentas con el organismo que dispone de más recursos para vaticinar el tiempo.


El Ministerio de Defensa, comandado por una persona seria donde las haya, Margarita Robles, ha arrastrado esta vez los pies. Despacharon 250 efectivos de la Unidad Militar de Emergencias (UME), creada por el general Fulgencio Coll, ahora concejal de Vox en el Ayuntamiento de Palma, y luego los tuvieron que aumentar porque a todas luces resultaban insuficientes. Tuvieron que enviar otros 1.300 más al darse cuenta que con dos centenares y medio no tenían ni para empezar. La frase que hacía furor en las redes a media semana lo podía sintetizar más alto pero no más claro: «Novecientos asesores para un presidente y 500 militares para Valencia. España 2024, el Gobierno de la gente se hace llamar».


Sánchez, como no podría ser de otra manera, es el mayor culpable de una respuesta exigua y a deshora. Ayer, cuatro días después de la catástrofe, decidió despachar 5.000 soldados más para sumar 7.500. ¿No podía haber dado el paso el mismísimo miércoles? ¿No era mejor pasarse de efectivos, y luego devolverlos a los cuarteles si los cálculos eran exagerados, que quedarse cortos? La respuesta es tan obvia que me la ahorro para no insultar a la inteligencia de nuestros queridos lectores. Su chulesco «si Mazón necesita más soldados, que los pida» provocaría vergüenza ajena a un vulgar matón de discoteca.


Teniendo en cuenta que España no es una nación belicosa, yo me pregunto: ¿por qué no empleamos más nuestras Fuerzas Armadas en caso de desgracias naturales o para proteger nuestras fronteras? Tener permanentemente acuartelados a los 120.000 hombres y mujeres que componen nuestro Ejército es tirar el dinero. Ni más ni menos, ni menos ni más. No somos los Estados Unidos, Rusia o China, naciones que por evidentes razones necesitan tener a sus guerreros en permanente estado de revista.


La indignación ciudadana sobre el terreno es palpable. La sensación de que el Ejército ha llegado tarde y mal es mayoritaria. Como tampoco nadie entiende que no se echase mano de los helicópteros y aviones de la Fuerza Aérea para lanzar víveres a las zonas cero de los pueblos más afectados. Lugares en los que a día de hoy permanecen aisladas numerosas familias.


A Mazón sí se le puede y se le debe criticar por no haber relevado ipso facto a la consellera de Turismo que exhibió la misma sensibilidad que un farola. Nuria Montes prohibió a los familiares de los fallecidos que acudieran a la morgue improvisada en Valencia para cobijar los cadáveres. «Que se queden en casa, es donde mejor pueden estar», manifestó con tono y rictus chulesco. Más tarde, pidió perdón. Un acto de contrición que está muy bien para el confesionario pero que en política no puede servir para esquivar una dimisión o destitución obligada. Por cierto: ¿qué carajo pinta la titular de Turismo en estas lides?


Sea como fuere, este desastre sin paliativos, el mayor en España desde el Covid y la colza, ha demostrado que tenemos una ciudadanía superlativa, que somos la nación más solidaria del planeta, algo que siempre destacaba Felipe González. Contemplar a decenas de miles de personas de Valencia y el resto de España acudir a Chiva, Alfafar o Paiporta a llevar comida, agua, prendas y mantas, y naturalmente a echar una mano sobre el terreno, pone la piel de gallina y hace que a uno se le salten las lágrimas. Lágrimas que el miércoles rezumaban dolor y ahora orgullo, orgullo de pueblo español, orgullo de un país en el que los gobernados son infinitamente mejores moralmente que sus gobernantes. «Aquí no ha venido nadie», se quejan los afectados. «Sólo el pueblo salva al pueblo», les responden otros en un rapto de sinceridad para la historia.


Recortes de Prensa  Página Inicial