Recortes de Prensa Viernes 14 Marzo 2025

Rusia derriba varios drones en Moscú tras rechazar Putin la tregua negociada por EEUU
Rusia ha dicho "no" a la tregua de 30 días firmada entre EEUU y Ucrania porque "daría un respiro temporal" al ejército ucraniano
Carlos Garcés. Madrid. el mundo. 14 Marzo 2025

La pelota estaba en el tejado de Putin, que podría haber suscrito la tregua de 30 días que habían pactado entre Estados Unidos y Ucrania en Arabia Saudí, pero ayer dijo "no". Mientras tanto, las defensas aéreas rusas han repelido esta noche un ataque de cuatro drones que volaban hacia Moscú.


No se han reportado heridos y Moscú no ha mencionado la autoría de Ucrania pero Kiev ha lanzado un flujo constante de ataques con drones contra Rusia y su capital desde que comenzará la guerra. El último, un bombardeo el complejo petrolero de Tuapse, a orillas del Mar Negro, que ha provocado un incendio en un tanque de almacenamiento de gasolina.


También son diarios los ataques rusos sobre Ucrania, la mayoría de ellos dirigidos contra infraestructuras energéticas y de otro tipo.


9:03

La Fuerza Aérea de Ucrania anunció el derribo de 16 de los 27 drones lanzados por Rusia durante la noche

El ejército ucraniano anunció el viernes el derribo de 16 de los 27 drones lanzados por Rusia durante la noche, informa Reuters.


Otros nueve drones no alcanzaron sus objetivos, probablemente debido a contramedidas de guerra electrónica, añadió.


El ataque con drones, ocurrido al anochecer, hirió a siete personas en la ciudad nororiental de Járkov, según informó el gobernador Oleh Syniehubov.


También hirió a una mujer y provocó un incendio en un hospital de la región circundante, añadió a través de la aplicación de mensajería Telegram.


8:35

Bin Salmán dice a Putin que apoya todas las iniciativas para el fin de guerra

El príncipe heredero de Arabia Saudí, Mohamed bin Salmán, dijo este vienes al presidente ruso, Vladímir Putin, que apoya "todas las iniciativas" que lleven al fin de la guerra en Ucrania, después de acoger esta semana conversaciones entre Ucrania y Estados Unidos que acabó con una propuesta de tregua de 30 días, informa Efe.


En una llamada, los dos líderes abordaron "los esfuerzos para resolver la crisis en Ucrania" y en la que Bin Salmán, también primer ministro de Arabia Saudí, reafirmó "el compromiso del reino para facilitar el diálogo y apoyar todas las iniciativas que tengan como fin lograr una solución política", según un escueto comunicado del Ministerio de Exteriores saudí.


8:12

China, Rusia e Irán piden el fin de las sanciones

El viceministro chino de Exteriores, Ma Zhaoxu, su homólogo iraní, Kazem Gharibabadí, y el ruso, Sergei Ryabkov, pidieron este viernes "poner fin a todas las sanciones unilaterales ilegales" y crear "una atmósfera favorable" para la diplomacia, informa Efe.


Según recogió la agencia estatal Xinhua, en la reunión trilateral, marcada por la escalada de tensiones entre Teherán y Washington, las tres partes afirmaron que "el diálogo basado en el respeto mutuo" es la "única solución viable" y que hay que "abandonar las sanciones, la presión y las amenazas", en velada referencia a Estados Unidos.


Los tres países destacaron que "todas las partes" deben "trabajar para eliminar las causas profundas existentes detrás de la situación actual", así como "abandonar las sanciones, la presión y las amenazas".


7:55

Robles recibe este viernes al ministro de Defensa de Ucrania

La ministra de Defensa, Margarita Robles, se reúne este viernes en Madrid con su homólogo ucraniano, Rustem Umerov, para abordar el apoyo de España a Ucrania, en pleno debate sobre el aumento del gasto militar.


Según ha informado el Ministerio de Defensa, la visita de Umerov no tiene un carácter excepcional, sino que se enmarca en los "intensos contactos" que mantienen los titulares de las carteras desde la invasión rusa.


En esta ocasión, mantendrán un encuentro bilateral, unas conversaciones con los respectivos equipos y firmarán un acuerdo para dar continuidad a la formación y adiestramiento que España proporciona al personal de las Fuerzas Armadas de Ucrania. Umerov también se entrevistará con representantes de las principales industrias de defensa que proporcionan equipos y material militar a Kiev.


7:25

Putin habla por teléfono con el príncipe heredero saudí

El presidente ruso, Vladimir Putin, habló por teléfono la noche del jueves al viernes con el príncipe heredero saudí, Mohammed bin Salman, para discutir, en particular, la solución del conflicto ucraniano, anunció el Kremlin en un comunicado, según informa Afp.


La conversación con Mohammed bin Salman se produjo poco después de que Putin dijera que estaba "a favor" de un alto el fuego en Ucrania, propuesto por Estados Unidos tras las conversaciones con el presidente ucraniano Volodimir Zelenski en Arabia Saudí, pero que era necesario resolver "cuestiones importantes" antes de cualquier tregua.


Según el Kremlin, durante esta entrevista telefónica con el príncipe saudí, Putin "valoró mucho los esfuerzos de mediación de Arabia Saudita", que acogió en particular las conversaciones ruso-estadounidenses el 18 de febrero.


El líder ruso condiciona exige retoques al plan de el alto el fuego
Putin acepta poner fin a los combates en Ucrania, pero exige a Trump una «paz duradera»
Mario Lima. periodista digital. 14 Marzo 2025

Ha sucedido lom previsible.


Y una vez más, la obesa y burocrática Europa queda fuera de juego.


Desafiando el lenguaje belicista y el histérico alarmismo de los Sánchez, Macron, Starmer y Ursula von der Leyen, este 13 de marzo de 2025, Vladimir Putin ha dado un giro inesperado a la guerra entre Rusia y Ucrania, mostrándose dispuesto a considerar un alto el fuego de 30 días.


Sin embargo, el líder del Kremlin ha dejado claro que cualquier acuerdo debe conducir a una «paz duradera» y abordar las «causas subyacentes de esta crisis».


Esta declaración del el presidente ruso llega en un momento crucial, con las fuerzas rusas avanzando en la región de Kursk y tras meses de intensos combates que han dejado a ambos bandos exhaustos.


La posición de Putin parece ser una respuesta calculada a la reciente propuesta de tregua presentada por Estados Unidos y aceptada por Ucrania.


Condiciones para la paz

El presidente ruso ha enfatizado que cualquier plan de paz debe:


Garantizar la seguridad de las regiones prorrusas en el este de Ucrania

Abordar las preocupaciones de Rusia sobre la expansión de la OTAN

Establecer un nuevo orden de seguridad en Europa que tenga en cuenta los intereses rusos


Estas condiciones reflejan las demandas de larga data de Moscú y sugieren que Putin está buscando capitalizar los recientes avances militares rusos para obtener concesiones diplomáticas significativas.


Las causas subyacentes de la guerra, según Putin::

Expansión de la OTAN hacia el este: Putin ha argumentado repetidamente que la ampliación de la OTAN tras la caída de la Unión Soviética, especialmente hacia países cercanos a Rusia como Ucrania, representa una amenaza existencial para la seguridad nacional rusa. Él sostiene que Occidente rompió promesas tácitas de no expandirse hacia el este después de 1991.


Pérdida de influencia sobre Ucrania como parte de la «esfera histórica rusa»: Putin ha afirmado que Ucrania y Rusia comparten una historia y cultura comunes, considerándolas como «un solo pueblo». Según él, la independencia de Ucrania y su acercamiento a Occidente son el resultado de una manipulación externa que busca separar artificialmente a ambos países.


Rusofobia en Ucrania: Putin ha acusado al gobierno ucraniano de promover políticas antirrusas, incluyendo la represión del idioma ruso y la persecución de poblaciones rusoparlantes, especialmente en el este del país, como en las regiones de Donetsk y Lugansk.


Conflicto en el Donbás y protección de las repúblicas separatistas: Putin justificó la intervención militar como una necesidad de «proteger» a las poblaciones de las autoproclamadas Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk, alegando que estaban siendo objeto de un «genocidio» por parte de Ucrania desde 2014, tras el inicio del conflicto separatista.


«Desnazificación» de Ucrania: Una de las razones declaradas por Putin es la supuesta necesidad de «desnazificar» Ucrania, afirmando que el país está controlado por fuerzas neonazis. Aunque no ha presentado pruebas concretas, esta narrativa se vincula a su interpretación de la revolución del Maidán de 2014 como un golpe de Estado apoyado por ultranacionalistas.


Neutralidad de Ucrania y rechazo a su integración en Occidente: Putin ha insistido en que Ucrania debe mantener un estatus neutral y no integrarse en estructuras como la OTAN o la Unión Europea, ya que esto pondría bases militares y armamento occidental cerca de las fronteras rusas, amenazando su seguridad.


Intereses geopolíticos de Occidente: Según Putin, Estados Unidos y sus aliados han utilizado a Ucrania como una herramienta para debilitar a Rusia, instalando un gobierno «títere» en Kiev tras los eventos de 2014 y apoyando políticas que desafían los intereses estratégicos rusos.


Situación en el frente

Mientras las negociaciones diplomáticas avanzan, la situación en el campo de batalla sigue siendo tensa:


Las fuerzas rusas han recuperado el control de Sudzha, la ciudad más grande de la región de Kursk, que estuvo bajo ocupación ucraniana durante seis meses


El ejército ucraniano se ha visto obligado a retirarse de ciertas áreas de Kursk, reconociendo la presión de las tropas rusas


Rusia ha intensificado sus ataques con drones, lanzando 117 en una sola noche, de los cuales Ucrania afirma haber derribado 74


Estos desarrollos militares parecen haber fortalecido la posición negociadora de Rusia, permitiendo a Putin adoptar una postura más flexible en las conversaciones de paz, pero sin renunciar a sus objetivos estratégicos.


Reacciones internacionales

La comunidad internacional observa con cautela estos acontecimientos:


Estados Unidos ha enviado negociadores a Moscú para informar sobre el acuerdo alcanzado con Ucrania en Arabia Saudí


El G7 se reunirá para discutir las conversaciones de tregua, con el Secretario de Estado estadounidense informando al grupo sobre los avances


La OTAN se encuentra en una encrucijada, con Polonia solicitando el despliegue de armas nucleares en su territorio como medida disuasoria contra Rusia


Análisis de la situación

La apertura de Putin a un alto el fuego, aunque condicionada, marca un punto de inflexión potencial en el conflicto. Sin embargo, los analistas advierten que el líder ruso podría estar buscando una pausa estratégica para reagrupar sus fuerzas y consolidar sus ganancias territoriales.


Los recientes avances rusos en Kursk han alterado el equilibrio de poder en el campo de batalla, dando a Moscú una ventaja táctica. No obstante, la resistencia ucraniana sigue siendo formidable, como lo demuestra su capacidad para derribar un gran número de drones rusos.


La posibilidad de una tregua presenta tanto oportunidades como riesgos para ambas partes. Para Ucrania, podría proporcionar un respiro necesario y la oportunidad de reforzar sus defensas. Para Rusia, ofrece la posibilidad de legitimar sus conquistas territoriales y debilitar el apoyo occidental a Kiev.


En última instancia, el éxito de cualquier acuerdo de paz dependerá de la voluntad de ambas partes para hacer concesiones significativas. La comunidad internacional, especialmente Estados Unidos y sus aliados europeos, tendrán un papel crucial en la mediación de un acuerdo que pueda poner fin a este conflicto prolongado y devastador.


Mientras tanto, la población civil de Ucrania sigue soportando el peso de la guerra, con ataques continuos y desplazamientos masivos. La perspectiva de un alto el fuego, por tenue que sea, ofrece un rayo de esperanza en medio de la oscuridad de este conflicto que ya dura tres años.


Así ha ayudado la UE a Ucrania en plena guerra: Europa ha comprado gas y petróleo a Putin por valor de 2.400 cazas F-35
Carlos Cuesta.libertad digital. 14 Marzo 2025

España ha sido, con Pedro Sánchez, uno de los mayores compradores de gas natural ruso en este periodo financiando, por lo tanto, a Vladimir Putin.

Los datos recabados por la Comisaría de Energía de la UE han supuesto un baño de realidad sobre el papel llevado a cabo hasta el momento por Europa tras la invasión de Ucrania por Rusia. Y es que la UE ha comprado gas y petróleo a Putin durante la guerra por valor de 2.400 cazas F-35. Hay que recordar que España ha sido, con Pedro Sánchez, uno de los mayores compradores de gas natural ruso en este periodo, financiando, por lo tanto a Vladimir Putin.


El departamento de Dan Jorgensen, comisario europeo de Energía, ha recabado una serie de datos que han puesto en evidencia las incongruencias de la UE. Y es que Europa, por un lado, ha ayudado a Zelenski en su lucha por expulsar al invasor ruso. Pero por otro lado, no ha dejado de financiar a Putin por medio de las compras de combustibles fósiles a Rusia.


Las industrias europeas pagan de 2 a 3 veces más por la energía que sus competidores en EEUU y China, señala la Comisaria de Energía. Sólo el año pasado, casi 47 millones de europeos no pudieron calentar adecuadamente sus hogares debido al aumento de los precios. Y, todo ello, después de que Europa haya comprado gas y petróleo a Putin por valor de 2.400 cazas F-35 desde el inicio de la guerra.


Cruzada verde

El departamento europeo ha usado estos datos para justificar, una vez más, su cruzada verde y decir que "debemos esforzarnos aún más para descarbonizar nuestras economías". Pero, más allá de la obsesión ecologista habitual en la UE —que, de hecho, es una de las grandes culpables de haber perdido independencia energética nuclear—, el dato es representativo de la entrega energética europea a la dictadura rusa.


Por todo ello, la UE ha redactado un "Plan de Acción para una Energía Asequible", que, de hecho, ha dejado de bombardear a la energía nuclear aunque, eso sí, sigue apostando por las renovables de una forma totalmente prioritaria.


Hay que recordar que uno de los países que más ha incrementado las compras de gas ruso ha sido España. Los datos son los oficiales y están plasmados en el boletín estadístico de Enagas, el gestor del gas, hasta diciembre de 2024. Argelia, con dos gasoductos –uno, por cierto, cerrado en plena polémica por la sumisión de Pedro Sánchez al enemigo natural de Argelia, Marruecos– , vendió a España entre enero y diciembre del año 2024 un total de 105.891 GWh de gas natural por medio de los gasoductos y otros 25.311 GWh por GNL (barcos metaneros que traen el gas licuado). En total, el 38,5% del gas natural demandado en casi un año.


Relaciones de Moscú con los partidos separatistas

El segundo y llamativo operador es Rusia, en plena invasión de Ucrania y en plenas investigaciones judiciales de las relaciones de Moscú con los partidos separatistas que lanzaron el golpe separatista del 1-O contra España y su Constitución. Rusia nos ha vendido en ese periodo 72.360 GWh de gas natural, el 21,3% del total demandado por los ciudadanos y empresas españolas.


Así, el incremento en la compra de gas ruso se ha convertido en plenamente estructural en la España de Sánchez. Y lo confirma el mismo 2024 en el que la UE, en noviembre, hacía un pronunciamiento en la dirección contraria coincidiendo con los mil días de invasión rusa. El Consejo de Ministros de Defensa de la Unión Europea se reunió ese mes de noviembre en Bruselas para reafirmar su apoyo firme a Ucrania ante la sangrienta invasión rusa que sufre en su territorio desde febrero de 2022. Un acto que coincidió con el día exacto en el que se cumplieron 1.000 días desde el inicio de la guerra. Y en el que todos los países volvieron a reivindicar el derecho a defenderse del Gobierno de Kiev. Incluida la España que dispara las compras de gas ruso.


Ucrania desconfía de las intenciones de paz de Rusia
A Putin le será difícil abrazar el fin de la guerra tras haber azuzado el imperialismo ruso
Rostyslav Averchuk. Leópolis. la razon. 14 Marzo 2025

Rusia no desea la paz, sino la capitulación de Ucrania, están convencidos los ucranianos, tras afirmar Vladimir Putin que solo aceptaría un alto el fuego si Ucrania detiene la movilización militar, el entrenamiento de sus fuerzas y no recibe armamento de sus socios durante ese periodo, al tiempo que subrayó la necesidad de discutir otros 'matices' con Estados Unidos.


“Decir que están listos para un alto el fuego pero siempre encontrar razones que lo impidan es el comportamiento típico de Rusia en las relaciones internacionales”, reaccionó Andri Kovalenko, del Consejo de Seguridad y Defensa Nacional de Ucrania.


“Rusia seguirá haciendo demandas extrañas, violando cualquier acuerdo y acusando a Ucrania de ello, como ha hecho durante años desde el inicio de la guerra en Donbás”, enfatizó.


Antes de las declaraciones desde Moscú, y tras un prolongado silencio de Putin y la insistencia de su asesor Yuri Ushakov en que Rusia solo está interesada en “soluciones a largo plazo”, Volodímir Zelenski destacó que Ucrania está preparada para avanzar rápidamente hacia una paz que respete sus líneas rojas, aunque señaló que Rusia busca prolongar la guerra y retrasar lo más posible el inicio de la paz.


Rusia ha exigido constantemente el control total sobre las cuatro regiones ucranianas parcialmente capturadas: Donetsk, Lugansk, Jersón y Zaporiyia. Sin embargo, no se detendría ahí si se le permitiera, según el 87% de los ucranianos encuestados por el Instituto Internacional de Sociología de Kiev (KIIS). La mayoría cree que su objetivo final es la destrucción total del país, lo que podría implicar la aniquilación física de muchos ucranianos.


Otros posibles objetivos de Rusia, expresados públicamente por sus funcionarios o en documentos filtrados, incluyen reemplazar al liderazgo actual con una fuerza política sumisa, dejar a Ucrania sin membresía en la OTAN ni apoyo militar extranjero y mantenerla sin ejército fuerte.


Quienes conocen la historia de las relaciones entre Ucrania y Rusia señalan que el comportamiento actual de Moscú sigue el mismo patrón de siglos pasados. En particular, se asemeja a lo ocurrido hace más de cien años, cuando la República Popular de Ucrania intentó independizarse de Moscú. La Rusia bolchevique reconoció brevemente su existencia, pero emitió constantemente nuevas demandas sobre fronteras, desestabilizó a Ucrania desde dentro y luego la aplastó militarmente tras reunir las fuerzas necesarias.


Ante esta renovada amenaza existencial, el 59% de los ucranianos cree que Ucrania aún puede ganar la guerra, frente al 21% que piensa lo contrario, según la encuesta de Ipsos realizada para The Economist. Solo el 6% aceptaría que Rusia tome el control de las áreas capturadas desde 2022, y un porcentaje ligeramente mayor consideraría ceder Crimea o partes de Donetsk y Lugansk controladas por Rusia desde 2014.


Apenas el 14% de los ucranianos apoya celebrar elecciones durante la guerra, y el 72% respalda las políticas de Volodimir Zelenski (en comparación con el 46% de los estadounidenses que apoyan a su presidente, Donald Trump). “A pesar del cansancio, la voluntad de luchar sigue siendo innegable y la mayoría de los ucranianos está lista para soportar la guerra todo el tiempo que sea necesario”, comentó Anton Grushetki, director del KIIS.


Esto podría prolongarse aún más, advierte Mijailo Podolyak, asesor de Zelenski. Fue Putin quien dio la orden de iniciar la guerra contra Ucrania, pero también expresó la voluntad de millones de rusos infectados por el imperialismo, escribió en X. Incluso si Putin cambiara repentinamente de opinión, detener la guerra le resultaría difícil. Podolyak señala que no hay un movimiento antiguerra notable en Rusia; por el contrario, hay un flujo constante de voluntarios dispuestos a combatir contra Ucrania, motivados por incentivos financieros y un deseo de venganza contra los ucranianos por su obstinada resistencia.


Según Podolyak, muchos rusos temen la paz porque han “vinculado su realización personal, bienestar y planes futuros a la destrucción de Ucrania”. El analista militar Oleksandr Kovalenko apunta que sería difícil para Putin “vender” una tregua a los rusos si parte de la región de Kursk sigue bajo control ucraniano y tras el fracaso de Rusia en capturar ciudades como Pokrovsk y Toretsk, a pesar de meses de combates sangrientos.


Aunque los soldados están agotados, muchos han expresado su preocupación de que una tregua solo daría tiempo a Rusia para reagruparse tras las pérdidas y prepararse para un nuevo ataque. El ejército ucraniano está destruyendo una enorme cantidad de equipo militar ruso cada día, escribe el bloguero militar Stanislav Buniatov. Si Rusia obtiene una pausa, podrá dirigir todo ese equipo acumulado en una gran ofensiva nueva, arriesgándose a asestar un golpe aún más duro a los defensores.


Haya tregua o no, Ucrania necesitará un apoyo constante del exterior y fuertes sanciones contra Rusia. “Esperamos la continuidad de las sanciones europeas contra la Federación Rusa. La unidad europea contra la agresión rusa debe permanecer inquebrantable. Europa puede hacer más”, escribió Yermak.


Incluso si Rusia aceptara un alto el fuego, lo rompería pronto o solo lo simularía, advierte Kovalenko Tarde o temprano, Trump tendrá que abandonar el intento de lograr un alto el fuego rápido y actuar con más contundencia contra Rusia, cree. “No fue Ucrania quien inició la mayor guerra europea de apropiación territorial desde Adolf Hitler, y no es Ucrania quien debe retroceder y detenerla”, subrayó el corresponsal militar Illia Ponomarenko.


Mientras tanto, las fuerzas ucranianas continuaron replegándose hacia la frontera en la región rusa de Kursk. Al menos cuatro operadores de drones fueron ejecutados por los rusos, según fotos publicadas en línea. A pesar de las afirmaciones de Rusia, Ucrania no ha confirmado la pérdida total de Sudzha, una ciudad clave bajo su control, y se reportan combates en curso dentro de ella.


Las condiciones de Rusia para acabar con la guerra en Ucrania: echar a Zelenski y no firmar antes de 2026
El presidente ruso, Vladimir Putin, ha decidido tirar por la calle de en medio, dilatar las conversaciones y ganar tiempo para sentarse a la mesa de negociaciones cuando a él mejor le convenga, sin contrariar a Trump
​Andrea Polidura. el debate. 14 Marzo 2025

El presidente de Rusia, Vladimir Putin, se enfrenta a una disyuntiva. El plan para poner fin a la invasión rusa de Ucrania está sobre la mesa y ya ha sido aceptado por una de las partes, Kiev. «La pelota está ahora en el tejado de Rusia», declaró el secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, hace un par de días, tras liderar la delegación estadounidense en las negociaciones en Arabia Saudí con los ucranianos. Inmediatamente después, el enviado especial norteamericano, Steve Witkoff, se subió a un avión rumbo a Moscú para ofrecer todos los detalles sobre estas conversaciones a los rusos y acelerar el proceso para, al menos, concretar un alto el fuego.

Putin, por tanto, debe elegir ahora si aceptar esta propuesta y seguir gozando de su privilegiada y renovada relación con su homólogo estadounidense, Donald Trump, o, por el contrario, rechazarla –dándole el gusto a los nacionalistas rusos– y enfrentarse al republicano. La opción que ha escogido el autócrata, sin embargo, es tirar por la calle de en medio. El Kremlin no se opone directamente a la tregua, pero dilatará las negociaciones lo máximo posible, en un momento en el que retiene la ventaja bélica sobre el terreno –expulsando a las tropas ucranianas de la región rusa en Kursk– y tras el renovado respaldo de Washington.


«Rusia está de acuerdo con las propuestas para poner fin a las hostilidades, pero sólo con aquellas que conduzcan a una paz duradera y eliminen las causas de la crisis», declaró este jueves el mandatario ruso, en una rueda de prensa conjunta con su homólogo bielorruso, Aleksandr Lukashenko. Putin, ante todo, sacó el tiempo para agradecer al «presidente de Estados Unidos su atención a este conflicto». Horas después, el exespía de la KGB tenía previsto reunirse personalmente con el enviado especial norteamericano al que presentó una extensa lista de requisitos y condiciones para poner fin a la guerra.


Con todo, Witkoff fue recibido en Moscú por segunda vez –ya tuvo un encuentro con el propio Putin el pasado mes de febrero para la liberación del estadounidense Marc Fogel– con toda la pompa que la ocasión merecía. Pero, lejos de la cálida acogida que se encontró, a puerta cerrada las negociaciones con su contraparte rusa no fueron tan sencillas. Según adelantó el periódico estadounidense The Washington Post, el Kremlin ha planteado una serie de exigencias «maximalistas» para poner fin a la guerra de Ucrania, una información que también confirma Reuters.


En el documento, citado por el Post y que fue redactado el pasado mes de febrero por un influyente think tank con sede en Moscú cercano al Servicio Federal de Seguridad (FSB) de Rusia, el Kremlin rechaza de pleno los planes preliminares de Trump de conseguir un acuerdo de paz en un plazo de 100 días, tildando la idea de «imposibles de realizar». Putin ha hecho otros cálculos y para él, «una resolución pacífica de la crisis de Ucrania no puede darse antes de 2026». En este sentido, y como ha advertido el mandatario ruso en múltiples ocasiones, Moscú no tolerará el despliegue de fuerzas europeos en el país invadido.


Este mismo jueves, y mientras se esperaba la llegada del enviado especial estadounidense a Rusia, la portavoz de la diplomacia de este país, María Zajárova, insistió en que «es absolutamente inaceptable para nosotros que se desplieguen unidades de las Fuerzas Armadas de otros Estados en Ucrania» y aseguró de que esto «significaría la implicación de esos países en un conflicto armado directo con nuestro país, al cual responderemos con todos los medios disponibles». Entre las demandas también destacan muchas otras que el Kremlin ha repetido hasta la saciedad: no se permitirá el ingreso de Kiev a la OTAN y exige el reconocimiento de la soberanía rusa de la península de Crimea y las otras cuatro regiones (Donetsk, Lugansk, Jersón y Zaporiyia) anexionadas durante la invasión.


Pero, además de lo ya conocido, Moscú pretende crear una zona de amortiguación en el noreste de Ucrania, en la frontera con las regiones rusas de Briansk y Bélgorod –esta última ha sido objetivo de múltiples ataques ucranianos durante el conflicto–, así como una zona desmilitarizada en el sur, cerca precisamente de Crimea –anexionada por Rusia de manera ilegal en 2014–, y que también afectaría a la región de Odesa.


A todo esto, se suma el gran deseo de Putin desde que lanzó su invasión a gran escala contra Ucrania, hace ya más de tres años, de acabar con el Ejecutivo de Volodimir Zelenski, elegido democráticamente, y colocar un Gobierno títere que se pliegue a los deseos del Kremlin. Moscú ha abonado el terreno, vendiendo la idea de que Zelenski no es el representante legítimo del pueblo ucraniano por no haberse sometido a elecciones, a pesar de que en el país rige la ley marcial y la Constitución le avala. Una narrativa que Trump también ha hecho suya, llegando a llamar directamente al ucraniano «dictador».


El Kremlin aceptaría, como única concesión, no emplazar sus misiles balísticos de alcance intermedio Oreshnik en Bielorrusia –país al que trasladó armas nucleares tácticas en 2023–, en la frontera con la Unión Europea, pero, a cambio Estados Unidos, se debe comprometer a no desplegar nuevos sistemas de misiles en el continente. El documento también sugiere que Rusia deje de suministrar armas a países considerados «no amigos» de Washington y este entonces dejaría de armar a Ucrania.


Con todo, como era de esperar, el Kremlin mostró sus reservas sobre la propuesta del alto el fuego de 30 días acordada en la reunión de esta semana en Yeda, Arabia Saudí, entre Estados Unidos y Ucrania. Moscú se justificó diciendo que era «apresurado» y que este tiempo solo servirá para que Ucrania se rearme. «El alto el fuego propuesto no es más que un respiro temporal para las fuerzas ucranianas», aseveró el alto asesor de política exterior del Kremlin, Yuri Ushakov, una tesis que secundó el propio Putin.


La hora de Trump
Juan Rodríguez Garat. el debate. 14 Marzo 2025

Almirante (R)

Decíamos ayer que Putin no rechazaría el alto el fuego que propone Trump, pero pediría condiciones imposibles de cumplir. Confirmando todos los pronósticos, el dictador dice que sí a la tregua, pero –y hay que reconocer que es lo que ha dicho siempre– solo cuando conduzca a una paz duradera. ¿Y que entiende Putin por una paz duradera? Por decirlo de una forma simple, la derrota de Ucrania. Así pues, el alto el fuego llegaría cuando Rusia haya alcanzado sus objetivos políticos y militares. Para ese viaje, ¿quién necesita alforjas?


No es la primera vez que el líder ruso y su ministro de exteriores explican lo que entienden por una solución diplomática al conflicto: el final de Ucrania como país independiente y soberano. Exactamente lo mismo que la solución militar, pero con un coste menor para Rusia, en sangre y en rublos. Por eso me cuesta entender que alguien se sorprenda con lo que está ocurriendo. ¿No es obvio que si Putin quisiera la paz no encadenaría guerra tras guerra? ¿No es evidente que si el objetivo del dictador fuera mantener a Ucrania fuera de la OTAN sería él quien ofrecería un alto el fuego después de haber obtenido garantías de Donald Trump de que eso no va a ocurrir? ¿No es cierto también que esas garantías recién conseguidas eran innecesarias, porque a la Alianza Atlántica solo se accede por unanimidad de sus miembros, algo que Orbán nunca habría permitido?


No. Por desgracia no me parece posible el alto fuego porque lo que Putin quiere es otra cosa y nada tiene que ver con la OTAN. Como Julio César, él quiere celebrar un Triunfo en las calles de Moscú. Un triunfo que cree tener en la mano porque sus cortesanos –quizá los mismos que le dijeron que podría entrar en Kiev en unos pocos días– le dicen que la victoria ya está cerca. Un Triunfo que ya anticipa vistiéndose de uniforme militar de camuflaje –algo inusual en él, pero también lo fue verle entrar en la iglesia por Navidad, como viene haciendo desde que el patriarca Cirilo proclamó la Guerra Santa– para visitar a sus tropas y apuntarse el mérito ahora que están a punto de expulsar a Ucrania de la región de Kursk.


El lector podría preguntarse qué será de Putin si Ucrania resiste, como lo hicieron los pueblos de Vietnam, Afganistán, Irak y Siria. Seguro que esa pregunta también se la habrá hecho el dictador. La respuesta no es difícil de adivinar: en ese caso, continuará la guerra. Que tampoco es mal negocio para el antiguo espía reconvertido en emperador, porque el conflicto le ha permitido acumular más poder del que tuvo ningún dictador ruso desde los tiempos de Stalin. Así pues, no tiene Putin muchos motivos para dejar que Donald Trump le birle el ansiado triunfo. El dictador sabe tan bien como cualquiera de nosotros que, si es el norteamericano el que lleva la paz a Ucrania, será él quien se ponga todas las medallas.


Permita el lector que le distraiga con un asunto que, aunque no pasa de anecdótico, me parece divertido y ayuda a comprender como van las cosas por Moscú. Sabido es que Putin no quiere oír hablar de Zelenski. El dictador aspiraba a negociar el final de la guerra mano a mano con los EE.UU., como si ambos fueran los dueños del mundo. Y por ahí parecía que iban los tiros hasta la reunión de Yeda. Aquello abrió desagradables interrogantes. ¿Es que Trump iba a poner al todopoderoso dictador del Kremlin y al antiguo cómico al mismo nivel, reuniéndose con unos y con otros como si no hubiera diferencias entre el imperio ruso y sus provincias díscolas? Alguien, sin embargo, dio con la tecla: en la prensa rusa –la voz de su amo– se publicaron artículos resaltando que la reunión con los representantes del Kremlin fue en Riad, la capital de Arabia Saudí, mientras los ucranianos fueron recibidos en Yeda, una gran ciudad pero provinciana. ¡Uf! ¡Menos mal!


Volvamos de nuevo a la tregua. Mucho más sincero que el dictador, Yuri Ushakov, uno de los más influyentes asesores de Putin, se había anticipado unas horas a la declaración de su jefe para explicar que le parecía difícil que Rusia aceptara porque el alto el fuego solo serviría para dar un respiro a Ucrania. El hecho es cierto, desde luego. Sobre todo si pensamos en la retirada de Kursk, donde Rusia pretende juzgar a las tropas enemigas por terrorismo en otra flagrante violación –a quién le importa ya– de los convenios de Ginebra. Sin embargo, es lo que tienen todas las treguas, que solo son útiles si hay voluntad de llegar a la paz. Algo que, en el lenguaje de Putin, suena igual que victoria. Y, una vez celebrado el Triunfo, a prepararse para la siguiente campaña.


Del dictador ruso sabíamos lo que cabía esperar. Pero, ¿y de Trump? Hay quienes confían en él y quienes dudamos de su valía como líder del mundo libre. No tardaremos mucho en saber quién tiene razón. Al reelegido presidente la ha llegado el momento de demostrar si puede lidiar con Putin, si no con el desagradable aire de superioridad que mostró con Zelenski, sí al menos de igual a igual. Es cierto que, frente a Rusia, el magnate republicano no tiene los mismos mecanismos de presión que frente a la invadida Ucrania. Pero ¿se atreverá a señalar a Putin con el dedo? ¿Permitirá que le grite Vance, que le insulte Musk? Mucho más importante que todo eso –porque las formas de la diplomacia deben respetarse con unos y con otros si de verdad se desea resolver los conflictos entre las naciones– ¿permitirá Trump que Putin maree la perdiz hasta que, con el tiempo, el pobre animal se nos muera de aburrimiento?


Es la hora de Trump. ¿Estadista o trilero? Pronto lo veremos.


Entrevista a Anton Gerashchenko, exviceministro ucraniano: “Queremos la paz, pero no a cualquier precio”
'Vozpópuli' entrevista en exclusiva a Geraschenko en un momento clave para el futuro de Ucrania, tras tres años defendiéndose ante las tropas de Putin
Gonzalo Araluce. Vozpópuli. 14 Marzo 2025

Tras la invasión de Rusia, Anton Geraschenko, exviceministro de Asuntos Internos de Ucrania, se ha desfondado con los medios a su alcance -principalmente, redes sociales- para interpelar al mundo ante la situación que atraviesan las tropas y ciudadanía de su país. Porque, tras tres años combatiendo a las fuerzas de Vladimir Putin, confiesa cierto "cansancio"; no con ánimo de bajar los brazos, sino de "búsqueda de paz". Un objetivo que, pese a todo, no lo quieren "a cualquier precio".


Geraschenko atiende a Vozpópuli en un momento clave para el futuro de Ucrania: Donald Trump ha sacudido el tablero y ha tendido puentes con Moscú, hasta ahora implanteables. Volodimir Zelenski apela al espíritu europeo para estrechar sus lazos con sus vecinos más próximos. Y Vladimir Putin juega con la idea de una tregua que se sostiene en la fragilidad, lanzando nuevas ofensivas sobre territorio ucraniano.


Una guerra que algunos analistas planteaban como fugaz, toda vez que la potencia militar rusa apuntaba sin miramientos hacia Kiev. Pero, tres años después, aún se libran enfrentamientos abiertos por cada centímetro de territorio. Geraschenko habla de Paz, de Estados Unidos, de la Unión Europea y de la OTAN. También de la relación de Ucrania con España y del futuro más inmediato del país.


Pregunta. ¿Cómo está la moral de los ucranianos tras más de tres años de guerra?

Respuesta. Los ucranianos están sin duda muy cansados. Pero no se trata de simple agotamiento. Yo diría que este estado es una sensibilidad aguda, quizás de crudeza. La sociedad ucraniana actual es muy diferente de las comunidades pacíficas porque estamos constantemente tensos, somos muy sensibles, nuestros sentimientos están muy sensibles. Y lo principal que observo es humanidad y ansia de justicia.


Pero definitivamente no es un estado de desesperación, de pérdida y de capitulación. Sé que todos los que visitan Ucrania quedan muy impresionados con el buen funcionamiento de nuestras ciudades, cómo la gente se aferra a la "normalidad" y cómo los pequeños negocios siguen funcionando.


Los ucranianos realmente queremos la paz, pero no la queremos a cualquier precio. Los ucranianos queremos una paz justa.


Publiqué en mi cuenta de 'X' un post de Andrii Melnyk, un oficial militar que fue historiador y director de escuela antes de la invasión a gran escala. Lo expresó con claridad: "Queremos la paz, pero no soñamos con ella a cualquier precio, porque entonces estos tres años habrán sido en vano. No solo luchamos por nuestras familias. No solo luchamos por nuestro país. Lo más importante para nosotros son nuestros valores. Estos valores nos impulsaron a luchar contra el enemigo: los valores de la libertad, el deseo de vivir en nuestro propio país, el valor de ser personas, no esclavos".


Este tema de valores es realmente muy delicado para los ucranianos en este momento.


P. ¿Cree que es posible lograr una paz justa y duradera?

R. Sí. Lo creo. Sé que es posible. Y esto se logra tanto por la vía diplomática como por el fortalecimiento de las Fuerzas de Defensa de Ucrania, que actualmente son la principal fuerza disuasoria para Rusia.


La capacidad militar ucraniana es actualmente el principal argumento de peso.


P. ¿Qué tipo de apoyo o material necesita Ucrania para que esa paz sea justa y duradera?

R. En mi opinión, se trata de inversiones en las Fuerzas de Defensa de Ucrania y en la industria de producción militar ucraniana.


No se trata simplemente de ayuda y gasto. Estas son inversiones estratégicas para la Unión Europea. Las Fuerzas de Defensa de Ucrania han demostrado su eficiencia y resiliencia. Mantienen a raya al que era el segundo ejército del mundo: el ruso.


El Ejército y la producción militar ucranianos son capaces de proporcionar seguridad y beneficios a Europa: este es el ejército más experimentado de Europa, capaz de mantener un equilibrio estratégico sin la participación directa del ejército europeo; tenemos capacidades tecnológicas en tecnología militar, drones, guerra electrónica y defensa aérea; y eficiencia en combate que ha demostrado sus resultados contra las tropas rusas.


La industria de defensa ucraniana está creciendo a un ritmo acelerado, es altamente innovadora, con un ciclo de pruebas mínimo y precios muy competitivos.


El desarrollo y las inversiones en el potencial militar de Ucrania permiten influir y fortalecer todo el flanco oriental de Europa y limitar la capacidad de Rusia.


P. ¿En qué punto se encuentran las relaciones con Estados Unidos? La imagen de Volodímir Zelenski y Donald Trump en la Casa Blanca dio la vuelta al mundo.

R. En primer lugar, se trata de las relaciones entre dos países: las relaciones entre Ucrania y Estados Unidos tienen una larga historia de amistad. El pueblo estadounidense ha brindado un gran apoyo a los ucranianos durante esta terrible guerra, ¡y les estamos inmensamente agradecidos por ello!


La base de las relaciones entre Estados Unidos y Ucrania es la alianza estratégica, construida, entre otras cosas, sobre intereses y beneficios comunes, no sobre emociones. Estoy seguro de que esta alianza es mutuamente beneficiosa y continuará.


p. ¿Qué mensaje está enviando Ucrania a la Unión Europea? ¿Y a la OTAN?

R. Ucrania es parte de Europa. Ucrania lo ha demostrado. Ucrania defiende a Europa. Ucrania no podrá enfrentarse a Rusia sin Europa. Pero Europa tampoco podrá hacerlo sin Ucrania. Juntos somos fuertes. Separados somos débiles.


P. Vladimir Putin aspiraba a terminar la guerra en tres días y ya lleva tres años estancado. ¿Es posible frenar su afán expansionista?

R. Putin perdió la guerra justo en el momento en que la empezó. Nunca entendió qué es realmente Ucrania. Muchos no lo entendieron. Nunca tuvo la oportunidad de terminar esta guerra en tres días. Pero Ucrania tampoco ha ganado todavía.


Tenemos la oportunidad de detenerlo ahora. Hacer lo que se hizo en 2014: fortalecer a Ucrania y darnos garantías de seguridad, fortalecer la industria militar ucraniana y las Fuerzas de Defensa de Ucrania.


P. España es uno de los aliados que ha colaborado con Ucrania durante estos años, tanto en el entrenamiento de soldados ucranianos como en el suministro de material. ¿Cómo define la relación con España?

R. España y el pueblo español han aportado muchísimo. Además de la ayuda militar y humanitaria, cientos de miles de familias ucranianas que huían de la guerra encontraron hogar en España. Numerosos voluntarios y ONG han trabajado y siguen trabajando para apoyar a Ucrania.


Todavía recuerdo la tristeza que sentí al enterarme de que Emma Igual, una voluntaria española, murió en un ataque ruso. Nunca la olvidaremos.


También conozco la increíble labor de Médicos Sin Fronteras en el este de Ucrania. Marcaron una gran diferencia y han ayudado muchísimo a la población civil ucraniana. Y hay muchos más ejemplos similares.


Los ucranianos estamos muy agradecidos al pueblo y al gobierno de España y nunca olvidaremos su apoyo y atención. ¡Gracias, España!


La progresiva islamización de todas las esferas de nuestra sociedad
Alejandro Espinosa Solana. el debate. 14 Marzo 2025

Siempre advierto de que la delincuencia norteafricana (un tercio de los reclusos extranjeros en cárceles españolas son marroquíes, y un 80% de los detenidos en Barcelona es magrebí) y su proverbial falta de participación en el mercado laboral, su escasa solidaridad para con la sociedad de acogida, y su abuso de ayudas sociales, son sólo manifestaciones iniciales de un deterioro futuro mucho más profundo y prolongado. Sin corregirse aquellas, pronto nos daremos cuenta de la paulatina y difícilmente reversible imposición de su islam entre nosotros. Con la ayuda de potencias y organizaciones musulmanas, no vienen a adaptarse, sino que tratan de imponerse.


Mientras en España y en Europa algunos aún discuten ingenuamente sobre la integración —hasta ahora siempre fallida— de las comunidades musulmanas instaladas en Occidente, estas van expandiéndose e imponiendo muchos de sus hábitos contrarios a nuestras costumbres, leyes y cohesión en nuestro territorio. Entre muchos musulmanes, y sobre todo entre muchos jóvenes magrebíes llegados irregular y recientemente a nuestras costas, el deseable sentimiento de pertenencia a las nuevas sociedades de acogida no existe. Su inicial desafecto, que les mueve más a aprovecharse de nosotros que a contribuir, puede fácilmente convertirse en odio cuando no son capaces de hacer una introspección sincera para comprender los motivos de nuestro rechazo por su actitud.


La islamización consiste en un imperceptible desafío inicial a nuestras costumbres, leyes e instituciones que va aumentando paulatinamente a medida que la presencia de musulmanes en nuestros países de Occidente aumenta. Todo ello, en nombre de una libertad religiosa que ellos no practican, sino que abiertamente rechazan.


La infiltración natural y silenciosa en la vida política del país cuya nacionalidad ostentan, es clave para ir asumiendo posiciones de interés en favor de sus países de origen (Enaam Mayara, presidente del Senado marroquí, abril de 2023) y para la propagación de su islam. Lo hemos visto en las celebraciones de algunos concejales musulmanes británicos electos (unos 500 en todo el país) que abogarán por una mayor implantación de la sharía en el Reino Unido, donde ya existen oficialmente esos tribunales para cuestiones de familia y otras. La creciente imposición en y por los medios de comunicación de postulados cada vez más favorables al islam y a los musulmanes entre nosotros —aún a veces en detrimento de nuestra propia sociedad, convivencia y costumbres— resulta de una compleja mezcla de intereses, financiación, temor a negar las corrientes de opinión impuestas por temor a ser acusados de racistas, y a una mayor presencia de activistas musulmanes en todas las esferas de nuestra sociedad. Lo vuelvo a repetir: todo ello en nombre de una igualdad artificialmente instrumentalizada a su favor, y de la libertad religiosa que ellos no permiten.


La educación es pieza fundamental de esa propagación del islam en nuestras sociedades desde pequeños. En países europeos con mayor tradición de acogida que el nuestro, los currículos educativos se reformulan para evitar episodios de nuestra historia que pudieran resultarles ofensivos, y para hacer descender el nivel formativo adaptándolo a quienes llegaron sin hablar el idioma local porque en sus guetos y familias este se desconoce. El fracaso y abandono escolar es siempre mayor entre los musulmanes, su absentismo durante las fiestas islámicas es unánime, y el régimen de comida halal lo pagan el resto. Los padres musulmanes no se implican en la escolarización de sus hijos ni viven la necesidad de que estos progresen y avancen posiciones sociales como lo hacen los padres autóctonos. Los más conservadores rechazan abiertamente las clases de música, ballet, arte y ajedrez, o las de gimnasia o piscina juntos ambos sexos. Priorizan el árabe (que no es asignatura reglamentada) y la religión islámica sobre cualquiera otra asignatura. Los niños normalizan en los pasillos «kuffar» como insulto, y hablan de «ellos» (los blancos autóctonos) y «nosotros».


El ocio también impone la separación de géneros en cines, gimnasios y piscinas, y en estas el uso del burkini por las mujeres, que sólo permite ver sus pies, manos y cara. Y la tutela de la mujer por un varón de la familia o amigo, aunque sea menor que ella. En el deporte profesional los jugadores se niegan a llevar camisetas que promocionen la igualdad de la comunidad LGTBI. En la sociedad, el uso del velo se esgrime como signo de identidad o de la propia libertad de decidir de cada mujer (sin contar las presiones y adoctrinamiento a los que los miembros de esa religión se ven sometidos desde muy jóvenes), pero en realidad es utilizado constantemente por el fundamentalismo omnipresente como desafío a la sociedad e instituciones occidentales. El asociacionismo islámico con diferentes fines culturales, religiosos, caritativos, proselitistas, … es incontable, y su número no tiene parangón en nuestras sociedades con otras comunidades extranjeras. Resulta muy curioso un entramado asociativo tan nutrido y complejo en comunidades que siempre se presentan como socialmente más desfavorecidas.


Desde un punto de vista estrictamente religioso, en Francia se destruyen por ataque o derrumbe dos iglesias católicas al mes, mientras que se construyen dos nuevas mezquitas en el mismo período. El número de estas no le resulta suficiente a sus fieles, y habitualmente les vemos ocupando las calles para sus rezos. También piden más cementerios islámicos, profesores de religión, o imanes en las cárceles. Estas son un fortísimo foco de radicalización en todos los países europeos, y el gasto que supone su prevención (así como la lucha contra el radicalismo y el terrorismo yihadista) es otro grave coste sobre los hombros del contribuyente.


Qué decir de su deseo de instaurar la sharía en nuestros países; del papel de la mujer –muy particularmente la occidental–, de su mermado derecho de herencia o dentro del matrimonio; de los homosexuales, judíos y otras minorías; de los matrimonios forzosos o de menores; de los asesinatos de honor; de los crecientes conflictos sociales e interétnicos en nuestras sociedades; de su segregación en guetos; etc.


Alejandro Espinosa Solana es autor del libro: Hacia una Europa Islamizada (SND Editores)


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Propaganda preventiva
Fran Carrillo. okdiario.14 Marzo 2025

La política es propaganda. Como la guerra, pero por otros medios, que decía Von Clausewitz. ¿Rearmar Europa? No, realmar Europa. Porque Europa no sólo no tiene una política de defensa propia, en la que un ejército continental sería impensable -¿alguien se imagina a un soldado francés obedeciendo a un general alemán o viceversa?-, sino que carece de valores y principios que permitan defender lo que significa vivir en ella bajo un patrón discursivo y de comportamiento. La Europa soberana que pensaron Adenauer y Monnet es hoy la Europa de intervención y privilegios de Ursula y Macron.


Cada vez hay menos europeístas convencidos, que no ven futuro en una unión de burócratas apalancados en la servidumbre voluntaria del presupuesto público, que organiza cacerías mediáticas contra quien se opone al discurso oficial y deslegitima resultados nacionales bajo la impronta de una falsa democracia que ni en la propia UE se practica. Su penúltima ocurrencia: la creación del euro digital, ideado con un propósito claro: robar los ahorros de los ciudadanos para gastarlos en lo que estos eurócratas deseen, siempre beneficiando a los mismos lobbies, empresas y colectivos ideológicos afines. Europa debe sobrevivir a la UE y cuanto antes lo declaremos e interioricemos, con más convicción y firmeza se llegará a una solución que devuelva a los ciudadanos el destino último de su dinero y, por tanto, de sus proyectos de vida.


En este escenario, Sánchez convoca a los partidos políticos con representación parlamentaria, excluyendo a Vox e incluyendo a la ultraderecha de Junts y PNV, para decirles que no tiene más remedio que pedir su apoyo para incrementar el gasto militar en defensa, una partida que no detraerá, empero, del infinito gasto estatal que le hace seguir en el poder, por lo que se deduce que el dinero lo sacará de la deuda pública, que continuará incrementando ad infinitum, o vía impuestos, por lo que ya puede irse preparando el sufrido contribuyente español para un nuevo saqueo fiscal a su ya de por sí depauperado bolsillo. No se apuren, todo sea para que el caudillo de Moncloa siga ahí.


Que Sánchez quiere gestionar una democracia con resortes propios de una dictadura es indudable, y en ese aprendizaje perpetuo a tirano con el que dirige el país, se encasilla en sus deseos y obsesiones permanentes, como insultar y menospreciar a la mitad del país, una de cuyas partes representa el PP, a quien tiene sometido estratégicamente y también en el manejo de los tiempos retóricos y políticos. Como sabía que sus socios le iban a decir que no a cumplir la orden de Von der Leyen, Sánchez empezó a concebir el siguiente relato: si el PP no lo apoyaba, estaría traicionando sus principios y sería poco patriota. Y le convoca a una reunión a la que Feijóo no tenía que haber ido. Pero Sánchez sabe que el PP tiene el mandato de su jefa en Bruselas de apoyar el aumento de la inversión en defensa, así que activa la propaganda preventiva y mientras ataca a Ayuso por la mañana y por la tarde afirma con desdén que el Parlamento no sirve si no vota lo que él quiere, somete al PP a un argumentario tramposo a sabiendas de que tiene el apoyo en Europa que a Feijóo le falta. Pero las políticas de inmigración, presupuestos y resto de condiciones que someten la vida del país, Sánchez las acuerda con quienes odian el sistema que permite su estatus y nuestra otrora convivencia, hoy desdicha.


Lo raro es que en Génova no vean la jugada de Moncloa -tan rodeados como están de asesores socialistas- ni sepan articular un discurso alternativo que les permita negarse a apoyar lo indecente y puedan explicarlo a los españoles sin tener que pedir permiso a la izquierda. Y lo peor es que acepte aislar al único partido que sus bases, militantes y votantes quieren como posible socio de un futuro gobierno, una realidad cada día más cerca de ser otra quimera popular. Y todo, por la propaganda preventiva que les sigue marcando el argumentario de ataque, aunque esta vez se hable de defensa.


Con Vox a ninguna parte
Jorge Sanz Casillas. el debate. 14 Marzo 2025

Ayer ocurrió algo que pasó un poco desapercibido entre la molicie general y la resaca del derbi. Ayer el presidente del Gobierno despachó en la Moncloa con Bildu, pero le negó la entrada a Vox, en lo que supone una de las mayores vergüenzas de nuestro tiempo reciente (y mira que hubo varias). Entre el partido de Otegi y el de Ortega Lara, Sánchez prefirió hablar de la política de rearme europeo con el primero. Y lo ha hecho apenas dos años después de llevar en listas para las municipales a medio centenar de individuos condenados por terrorismo.


En primer lugar, Sánchez ha reunido a los partidos en la Moncloa porque el parlamento le da pereza, por no decir pánico, pero sobre todo porque le devuelve en cada votación el reflejo de su evidente debilidad. De hecho, preguntado por el BNG, Sánchez dijo que «probablemente no» lleve al Congreso este plan de rearme europeo. Nos preside, por tanto, un autócrata, un hombre elegido por el Congreso tras perder las elecciones, pero que una vez investido «se jodió lo prometido». Es algo sobre lo que escribió Bieito Rubido alguna vez: vivimos en una democracia llevada por gente que no lo es tanto, o que solo ejerce a ratos.


En segundo lugar, le ha dado a todos los partidos el mismo tiempo de conversación, 30 minutos, que es menos de lo que dura un vis a vis en la cárcel o una reunión de vecinos, lo que da buena medida de lo que le interesa la opinión de sus interlocutores. Y en tercer lugar, le ha impuesto un cordón sanitario a Vox porque donde los ciudadanos comunes vemos una desgracia (léase dana, léase amenaza rusa) el PSOE observa siempre una oportunidad. Sánchez veta a Vox no por sus ideas (pues si necesitara sus votos se los pediría) sino porque los prefiere agraviados si con ello les fortalece y le complica mínimamente la vida al PP.


Un presidente serio citaría a Vox en la Moncloa no por nada, sino porque es el tercer partido de España y tiene incluso más votos que Sumar, al que Sánchez ha puesto cinco ministerios para ganarse su lealtad perruna hasta 2027. Eso por un lado. Luego, si los de Abascal te salen putinistas o trumpistas, pues lo dices y te desahogas, pero no hay ningún motivo que justifique esta exclusión y la aceptación de Bildu, salvo que consideremos que el partido de Otegi tiene mucha más experiencia que Vox en el uso de armas y explosivos, cosa que está suficientemente probada.


Salt, ciudad futurista
Javier Torres. gaceta. 14 Marzo 2025

Nuestra integración en Europa avanza a paso firme. Las calles arden esplendorosas —como las de cualquier suburbio francés— en tributo al proyecto multicultural, que tantos insensatos compraron sobre plano y después se lamentan cuando ven el mamotreto construido. Las turbas queman Salt en honor del imán local mientras Sánchez sigue de gira por el continente al son de los tambores de guerra que toca doña Úrsula, a la que promete un cheque en blanco. La homologación es plena: disturbios identitarios en casa y sumisión fuera, que no hay mejor definición del proyecto bruselense.


Al fin podemos desterrar el Spain is different de Fraga. Los disturbios en Salt nos acercan a la modernidad, al verdadero corazón de Europa. Salt lo tiene todo. Su demografía es el retrato de una época, la rendición de una civilización. Es el pueblo español con más bebés nacidos de padres extranjeros, cerca de un 80 por ciento, y una población de la que casi la mitad no es española. Como en tantos lugares de Cataluña, la corriente musulmana dominante es la salafista, la más radical de todas.


De ahí que los fieles montaran el cólera cuando su imán, de origen subsahariano, trató de entrar en la casa de la que había sido desalojado por ocuparla desde hacía cinco años. Jamás pagó el alquiler. Lo que vino después es el guion tantas veces repetido en Marsella, París o Birmingham. Ataques a la policía, asalto a la comisaría, mobiliario urbano destrozado y la violencia que se extiende a ciudades cercanas. Todo eso ocurre mientras los grandes medios de comunicación, coches escoba del poder, presentan los hechos como un conflicto inmobiliario que se ha ido de las manos.


Ni siquiera ha sido tal. El ayuntamiento gobernado por ERC ha concedido una nueva casa al imán y su familia, aunque incumpliesen los criterios para acceder a una vivienda social. Los de fuera, primero, otro dogma de nuestro tiempo. La justificación del alcalde («para no alimentar a la extrema derecha») es prodigiosa y ayuda a entender lo que sucede en otras latitudes.


A menudo nos preguntamos por qué Le Pen no está aún en el Elíseo. Sí, el sistema a doble vuelta le penaliza. Pero hay algo más: después de cada atentado yihadista proliferan las campañas de demonización del denunciante. La prensa amnistía al verdugo, silencia a la víctima y culpabiliza el racismo estructural de quien levanta la voz. Hay un maltrato psicológico hacia la población autóctona, a la que se le niega el derecho a quejarse y muy pronto el de existir. A ser.


El verano pasado ocurrió en Southport, al norte de Inglaterra, donde un terrorista islamista de 17 años de padres ruandeses mató a puñaladas a tres niñas que participaban en una clase de baile. Los vecinos protestaron contra los centros de refugiados en la ciudad y enseguida sintieron en sus carnes la ira de los british mass media y de la policía que detenía a la gente en la puerta de casa por emitir opiniones políticamente incorrectas en redes sociales. Y aunque hay mártires encarcelados como Tommy Robinson, el objetivo no es sólo acabar con él o cualquier otro líder patriota, sino silenciar a los millones de occidentales que no se resignan a ser pisoteados.


Es verdad que las llamas que iluminan las noches catalanas tienen algo de justicia poética. Pujol sustituyó la inmigración hispanoamericana por la magrebí creyendo que se integraría mejor porque, al no hablar español, abrazaría el catalán y la cultura regional. La realidad, sin embargo, es que el racismo de la burguesía catalana ha logrado que Salt no sea España, pero tampoco Cataluña, donde el ramadán gana terreno a los castells.


Quienes han construido este desorden posmoderno donde los puntos violeta y semáforos con falda comparten espacio con la mutilación genital femenina y los matrimonios forzosos, comprobarán que en su experimento no caben todos. Adivinen quién caerá como un castillo de naipes.


¿Para cuándo una consulta sobre la elección de la lengua base en las escuelas catalanas?
Alejandro Tercero. cronica global. 14 Marzo 2025

Ya veremos cómo se aplican los resultados de la consulta para la elección de lengua base en las escuelas realizada por la Generalitat Valenciana pero, en líneas generales, el proceso realizado pinta bastante bien.


A grandes rasgos, se trataba de determinar cuántas aulas se ofrecerán en cada curso en cada colegio en las que el valenciano sea la lengua principal y cuántas aulas en las que el español sea el idioma mayoritario de las asignaturas no lingüísticas.


Atención, hablamos de lengua principal o mayoritaria, que no única, como ocurre en Cataluña.


Es decir, los padres han votado para ver cuántas aulas en cada curso ofrecerán alrededor de un 60% o 65% en una lengua; al menos un 25% en la otra, y entre un 10% y 15% en inglés.


Por ejemplo, en un colegio con tres clases por curso, si un 65% ha votado por el valenciano como lengua base y un 35% por el castellano, deberán ofrecer dos clases en las que el valenciano sea la lengua mayoritaria y el castellano se imparta en un 25% de las asignaturas, mientras que la tercera aula ofrecerá la mayor parte de las asignaturas en español y un 25% en valenciano.


No cabe duda de que el PP de la Comunidad Valenciana es uno de los partidos que más corrupción ha cometido a lo largo de la historia. Y que Mazón está muy tocado (por ser generosos) por la gestión de la DANA.


Pero tampoco cabe la menor duda de que el modelo lingüístico que han planteado para las escuelas valencianas es el más justo de los que hay o ha habido jamás en una comunidad bilingüe. Sin duda, el mejor.


Y así hay que reconocerlo, por mucho que algunos showmans como Marc Giró o Jordi Évole pretendan ridiculizarlo, solo porque lo haya promovido un gobierno del PP con la ultraderecha.


Este sistema garantiza el uso de los dos idiomas oficiales en todas las escuelas, con un mínimo del 25% cada una. Y permite elegir en qué lengua se imparten más asignaturas, con mayor oferta de clases en función de lo que se haya votado en cada centro, pero manteniendo siempre una educación bilingüe.


La Generalitat de Cataluña debería tomar nota para cumplir, de una vez por todas, lo ordenado por los tribunales, y así respetar los derechos de los catalanes castellanohablantes, además de los de los catalanohablantes.


¿Para cuándo una consulta sobre la elección de la lengua base en las escuelas catalanas?


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